Julio Olivera Oré
Qué es el beso? Es la prisión del ser?
O es el arte que cupido enseñó a los dioses?
Es una caricia angelical o es un juego diabólico
que transporta y sublima a los hombres.
Qué hay en el ósculo de los labios
en aquél contacto que electriza,
en aquella entrañable unión
que edulcora y hechiza?
Estalla el beso como una música o como una chispa.
Es la melodía de la dicha o la lumbre de la aurora?
Quien lo da se arroba
quien lo recibe se embeleza.
Qué hay en el beso de los enamorados,
algún néctar exquisito o algún cordial generoso?
Qué filtros o qué mágicas esencias
embelezan y deleitan?
Son las sustancias de la ilusión
o el magnetismo de los cuerpos
que gusta y goza el hombre cuando besa
y saborea con placer cuando ama?
Es el rezago de algún rito bárbaro
en que los seres se devoraban
o es la liturgia angelical
con que se inician los amantes?
Por qué el apetito o el codiciado bocado.
La ansiedad del alma o el escozor del paladar?
Por qué la fascinación y el encanto
o la delirante sugestión de contacto?
Que siente el hombre cuando besa?
Siente que se colma de placer y gozo,
siente el efluvio de la dicha
y la emoción de estar gustándola.
Besa el Hombre para soñar o besa por que está soñando?
O acaso sólo besa por devoción
o un culto erótico
en el que los genios y los dioses fortifican?
Aquellas bocas dulcificadas son las copas del ensueño
para beber almíbar de las almas,
la miel de la belleza
o la dicha fragante de la ventura?
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