lunes, 26 de abril de 2010

Cesar Vallejo

ASOCIACION INTERNACIONAL DE ESCRITORES INTELCTUALES Y ARTISTAS ATENEO ANDINO

FEDERACION DE ESCRITORES DEL PERU (FESP)

BODAS DE PLATA

(1985 – 2010)

ASOCIACION NACIONAL DE ESCRITOTORES, ARTISTAS E INTELECTUALES DEL PERU (ANEA)

COLABORACION ESPECIAL PARA : “La Revista HOyC”

ANECDOTARIOINEDITO DE ABRAHM

CESAR VALLEJO

Escriben: Plighio Hidalgo Gonzales y Julio Olivera Oré.

Plighio Hidalgo Gonzales
Escritor: Luchador Social, Catedrático Investigador y Presidente de la Asociación Internacional de Escritores, Intelectuales y Artistas.

ATENEO ANDINO, primer Vicepresidente de la federación de Escritores del Perú, Secretario General de la Asociación Nacional de Escritores Artistas e Intelectuales del Perú.

Julio Olivera Oré. laureado escritor y poeta, Candidato al Premio Nobel de Literatura a la Corona del Reino de Suecia

En las tabernas Vallejo no decaía su señorío. En sus manos las copas eran como cálices sagrados que habían de apurarse con reverencia. No contaba en sus ritos las maneras frívolas; y jamás descendió a la vulgaridad. Manipulaba las botellas y las copas como un artista.

Era el caballero cruzado de las bares y cantinas donde acudía abrevar la dosis diaria de fantasía que le era menester. Su fortaleza física al principio le salvó de las escenas ridículas de los borrachos. Nunca perdió el equilibrio. Fue el catador más destacado y también el feligrés más constante del vino. Con que fruición escanciaba el tinto y con que elegancia lo brindaba, parecía que apurara rubíes o carbúnculos líquidos.

La pródiga naturaleza ha otorgado sus mejores galas a la mujer del "Pallasca". Hermosa como un bouquet de lirios, tiene de la aurora su tinte rosa y del sol el oro mate de su brillo. La atmósfera le presta su tersidad y ensoñación y la campiña su refinamiento y elegancia. Esta mujer tiene de lo extraordinario que deslumbra y de lo bello lo que hace soñar. Sencilla como una flor de jazmín o cristalina como una gota de agua en el númen de los bardos y el tormento de los enamorados, era Litta,o mas conocida como la Rita de junco o capuli la dulcinea de Vallejo por su andar en Cabana, Lacabamba y Shullugay.

Amar a Litta en este edén es gozar del placer de la felicidad; llevar en el alma la melodía de su afecto, sentir el efluvio de su belleza y el embrujo de sus caricias, comprobar que la realidad supera a la fantasía y que el transporte del espíritu es un estado natural, es una gracia y un portento y también algo así como un tesoro que habrá de enriquecer toda una existencia.

En la arcaica escultura griega los dioses sonreían: era el atributo de la divinidad. En la mujer de Cabana no hay sonrisa sin mirada embelesada, ni mirada enamorada sin sonrisa angelical. Esta sonrisa es una efusión del ser, la imagen del alma o la sinfonía de sus más íntimos anhelos. Nada más bello ni más delicado que una sonrisa. Quien la da se sublima, quien la recibe se embriaga de felicidad.

El poder de la sonrisa es aquí inconmensurable. De la música tiene lo exquisito y extraordinario del preludio; pero más que de la música la sonrisa tiene aquí en los labios partituras de ósculos que ningún ser humano ha podido instrumentar. De la pintura tiene los tonos de arrebol que enternecen; pero más que de la pintura la sonrisa tiene aquí en las mejillas la sonrosada emoción de una ilusión que ningún pincel ha podido captar.. De la escultura tiene la pureza emotiva de sus líneas; pero más que de la escultura la sonrisa tiene aquí la dulzura enigmática del movimiento. De la literatura tiene el poder de la elocuencia; pero más que de la literatura la sonrisa tiene el sortilegio de un lenguaje que arrulla y deleita. Aquí una mirada penetra como un lampo de luz y dice endechas hasta en los arcanos del alma. Es el coloquio de los ángeles y el verbo de los dioses. Una mirada y una sonrisa que se cruzan forjan más poemas que todos los recursos de la orfebrería literaria.

Aquí en el punto de encuentro de dos miradas las almas comulgan mientras las sonrisas orquestan himnos nupciales. Aquí la sonrisa es el boceto de alguna flor que se nos ha abierto en el corazón o la luz de alguna ilusión que ha despertado en el alma. Aquí el sino del ser está en una sonrisa: prodigada ella el destino de los corazones esta sellado. Es que la sonrisa es la balada del ensueño y la entelequia del amor.

Litta fue en la vida de Vallejo una melodía más o una canción más. Buscó en ellas los matices de la belleza; de algunas tomó el garbo y la sonrisa, de otras acaso sólo la mirada o la música de su voz o bien la dulzura de la fisonomía. Jamás supo cuantas fueron sus amadas. De cada jolgorio salía con dos o más citas amorosas. Nunca hizo ostentación de su fortuna de galán.. Sus amantes le adoraron desde la veneración religiosa hasta la idolatría.

I. PELEA DE GALLOS

Corrían los primeros días del mes de los escritores de 1908 y radica en Wamachuko, donde cursaba el Tercer Año de Secundaria; vivía en la calle Balta Nº 2 (Calle Lora Nº 18) del Barrio de Cinco Esquinas, en casa de doña Dolores Galarreta. “Cesar, era alto, flaco, trigueño. Elegante; siempre usaba bastón, el que lo abandonaba para jugar a las bolitas con los niños”, nos refería en 1974, El Poeta de la Libertad, Néstor Gastañadui. Diariamente le gustaba repasar sus temas a las orillas del rio que tronante y encantador desliza sus aguas transparentes y puras por las casas cercanas, desde los enormes picachos nevados del Waylilas, que según la actriz y profesora Eda Flor Ccorahuara Pinares, formaba parte de la Cordillera Blanca, hasta finales del siglo XIX.

Genaro Gastañadui, que era condiscípulo del mismo salón y año le hacia competencia desgranando extraordinaria y hábilmente rimbombantes versos versallescos de corte modernista, para publicarlos en el periódico mural del Centenario Colegio San Nicolás, o para hacerlos circular en manuscritos, como era costumbre de la época, entre las mas conspicuas personalidades y de los protegidos de las misas de famosa provincia.

Una mañana Genaro publico un magistral soneto, al viejo cuño de Lope de Vega, Calderón de la Barca, El Marques de Santillana, Francisco de Castillejo, o Luis de Góngora y Argote, el que, lógicamente despertó naturales celos artísticos en el Ilustre hijo de Santiago de Chuco, Abraham Cesar Vallejo (1) quien demostrando destrezas en el cortante estilo irónico volteriano, hábilmente, también versifico:
“Mi condiscípulo Geroche
 que en las ciencias se luce,
 hace gala de derroche con
 la mecha que le puse” (2)

Genaro Gastañadui, lejos de amilanarse ante el aun desconocido genio de la poética mundial, cogió su plectro y reaccionando de la pulla vallejiana, inmediatamente hizo circular la cuarteta en serventesio:
“Santiaguino Machacón,
 mal educado y grosero
llevas en tu imaginación el
 sentirme macho entero” (3)

1. Con este nombre, hemos revisado algunos documentos en el Colegio Nacional “San Nicolás” de Wamachuko, en 1974.
2. Aprovechamos nuestra estadía en Wamachuko para entrevistar al famoso poeta Néstor Gastañadui, hermano menor de Santiago y Genaro Gastañadui. Él nos refirió que jugaba a las bolitas con Cesar y que había guardado celosamente este dialogo poético.
3. Ibdm.

II. EL AMOR INCOGNITO DE VALLEJO

REPUTADOS POETAS VALLEJIANOS, como Néstor Gastañadui, Demócrito Jara Ampuero, Teófilo Porturas, Alipio Villavicencio, Emilio Calixtro, Ezequiel de la Vega, Rómulo del Carpio, Fernando Hidalgo la Torre, Víctor H. Acosta, Juan Espejo Asturrizaga, Atilio Ore Lara, Félix Reyes Olivos, Darío Chávez de Paz, Oswaldo Espinoza Vivar, Nicanor Paredes Vasallo(4), todos ellos integrantes de la GENERACION PELAGATOS, conjuntamente con Alberto Sifuentes López, Enrique Vásquez Sifuentes, Ciro Manrique Moreno, Roberto Reyes Jaramillo, Máximo Pantoja Contreras, Danilo Sánchez Lihon, Cesar Acosta Robles, José Sifuentes Reyes, Carlos Vivar Fernández, Arnuldo Moreno Ravelo, Enrique Sifuentes Reyes y Rómulo Vela Villalba de la GENERACION CHAMPARÁ y José Cenepa Honores, Ángel Espinoza C. Néstor D’Arrigo, Sergio Quijada Jara y Julio Ramírez de ATENEO ANDINO, conservan celosamente en secreto que “una bella dama de la aristocracia limeña de nombre anónimo” quien se había enamorado perdidamente del poeta del Dolor Humano, decidió entregarse a Cesar para tener de el un vástago, pero con una sola condición que la cita se realizara en una lujosa mansión miraflorina, por la noche y a oscuras, pacto que con mucha discreción fue aceptada por Vallejo, poco después declaro “haber vivido aquella coche primaveral en el Edén, al lado de una doncella que la hizo inmensamente feliz, brindándole su amor sin barreras”. Era el año 1918, cuando a la sazón era estudiante de Letras e la Universidad Decana de América, que a la fecha esta cumpliendo 459 años.

III. VALLEJO EN PALLASKA

LOS HERALDOS NEGROS
Invitado por un amigo lakabambino, viajo a la fiesta de San Antonio de Abad el 17 de Junio de 1916, Cesar Vallejo, formidable sorpresa experimento en el arte de las Musas y la Gracias olímpicas, al conocer y admirar a Grimaldina Pardo, quien era, fina y delicada tal La Achirana del Inka Pachacutec y encantadora y atrayente como su “andina y dulce Rita de junco y capulí”. Los presuntuosos pallaskinos, que la admiraron

4. Poeta vallejiano, nacido en Konchukos en 1948. Brillante profesor villarealino, discípulo predilecto de Haya de la Torre, quien lo considero como uno de los jóvenes de más talento en Indoamerica, eligiéndolo como dirigente en 1969.

platónicamente el notarla plagada de bellos encantados la apodaron con mucho ingenio “HERALDOS NEGROS”, porque era una damisela de lozano y terso cutis blanco, aterciopelado en que resaltan dos hermosos ojos negros como el azabache del diamante y de labios humectantes, finos, tersos y de color carmesí”, lógicamente que Abraham Cesar Vallejo perdió la cabeza por ella a quien tributo un amor imposible y tal ves al no ser correspondido escribió en 1918 su primer libro: “LOS HERALDOS NEGROS”. Probablemente, pasando por la Villa de Pampas, los nevados de Pelagatos, Wachumachay, Rosko Grande y Rosko Chico, en las cercanías de las ocho lagunas de Pusakocha al descubrir numerosas minas, concibió su novela TUNGSTENO, en los centros mineros de Kiruvilka y Tambores, en la Provincia de Wamachuko.

El reputado Korongino, Doctor Eleodoro Olivera Cortez quien fuera amigo del poeta, sostiene que “Cesar llego a la Ciudad de Pallaska siguiendo a la chupa barrio, paisana de Andrés Gavancho, o quizá con el propósito de visitar la tumba de si abuelo Rvdo. Padre José Ruffo Vallejo, quien se encuentra enterrado en las catacumbas del precioso templo. El doctor Emilio Encarnación Gabriel, por su parte, afirma: que “el poeta estuvo en Wandoval, pueblo pallaskino al que llego a caballo, en medio del aguacero cordillerano, con sombrero alón, poncho de vikuña y sobre el un poncho de aguas”; ambos, notables abogados, fueron Jueces de la Provincia de Pallaska. (5)
5. Olivera Cortez fue Juez de Primera Instancia cuando Pallaska y Korongo, estaban unidas en una misma provincia, Llegó a ser Vocal y Presidente de la Corte hasta por tres veces consecutivas. En Lima Ascesor Presidencial y miembro de Prestigiosas Ordenes Judiciales y de Reforma. Miembro del Consejo Nacional de la Magistratura del Perú

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