jueves, 13 de junio de 2013

LIBRO COMPLETO LA DAMA DEL REJO


                                                              

 

 

 

 

L

 

 

 

 

 

 

JULIO OLIVERA

 

…………

                        

 

 

 

 

 

 

                               PROLOGO

 

 

 

                                                                    LA DAMA DEL REJO

Don Julio Olivera Oré nos regala esta vez La dama del Rejo, su Milgicha – la mujer de labios de alas de colibrí, de mejillas de flor de manzano,  de pechos enhiestos y dóciles – capaz de producir la  más intensa de las melancolías.

Milgicha, la gacela de cabellera azabache y larga, es en la poética de Julio Olivera lo que Silvia es en la poesía de Melgar: símbolo e ideal múltiple más que de fémina de ser humano pleno, carnal y espiritual. Ser humano que fluye cual espejo perfecto ante el poeta quien en sus pupilas ve su propia imperfección y se alza en la lucha por deslumbrarla, por conquistarla, por amarla, por poseerla con intensa angustia por la temporalidad que discurre y marca nuestro cuerpo como el viento andino marca el paisaje, como el sol del ocaso marino va pinceleando los arreboles. Es ese asombro por la perfección de Milgicha, por sus flancos tiernos y ardientes, que conducen al yo poético más allá de la mirada y lo sitúan en lo trascendente del miraje para compararla con la melodía de Wagner o de Mendel con la misma naturalidad plena que cuando la nombra jilguero o torcaza.  

Olivera por Milgicha ama a la vida, al ónix, al bronce y a las retamas, por ella ama al mundo natural. Por ella también ama y recrea la cultura, en  un verso un quipu y en otro Ruben; en un verso Eros o Ápolo, en otros Huayna Cápac cuando no el Señor de Sipán. Por eso, en Ansiedad la ‘poesía oliveresca’ se acerca a la de Salomón en Cantares, dialogan los amantes con la serena privacidad de la alcoba y del saber  geográfico del cuerpo escudriñado en mística alteridad. Es Milgicha  singular versión trasandina de la Reina de Saba; solo ella con su nobleza puede trocar a un río en trovador, solo ella es el cantarino arroyo que aplaca la sed, solo ella es la fruta que sustenta, solo su alma es el camino del apasionado idilio. De ese idilio que aligera nuestra carga, que nos hace seres religiosos para trascender en el ruego, en la contemplación, en la paciente y ecuánime espera del último viaje. A propósito, Olivera escribe: ¿Por qué demoras y no vienes?// ¿Aún no es la hora de la cita // o mis frutos no están maduros //
y no es tiempo de la siega?”.

Como el poeta, retocemos con Milgicha y veamos en su perfección nuestra imperfección perfecta; en nuestros diez cristos curvados, sujetemos la esperanza que anuncian sus ojos de amanecer. Leamos…


                                                       Bertha Consuelo Navarro Navarro

Universidad Complutense de Madrid Docente Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima –Perú

 

 

 

 

LA DAMA DEL REJO

 

Milgicha en el Rejo es una estrella primaveral. No se vio antes mayor gloria de la belleza ni el portento de hermosura como en aquella exhúbera gacela de cabellera azabache y larga.

 

En ella se luce la lozanía de las manzanas de San Ignacio y el tinte de las flores de Concuyay. En el rostro virginal las mejillas de amapola son arrebatadoras y en los labios angelicales maduran las fresas y las moras. Aquellos labios son un esbozo de alas de colibrí o de capullo de flor de manzano. El cuerpo egregio es escultural. Ella sabe que es admirada y codiciada y que cada uno de sus encantos rinde y fascina.

 

Impóluta la frente de Minerva. Y por entre las afelpadas pestañas se abría el sol en sus ojos y el fulgor de sus miradas pone en el alma y las cosas un dulce encanto de gracia. Su cara tiene la sana alegría y el hechizo primaveral de una flor de calabaza. Espléndida, maravillosa es una fuente de arrebol y de calor. Un halo de perla y carmesí iluminaba su ser y en los labios de coral brotan la sonrisa como un plácido crepúsculo.

 

Aquellos labios paradisiales dan a besar sonrisas en el cáliz inmaculado de su boca y aflora el beso como por entre capullos de flor de almendro y perfume de retamas..Este Florilegio es muestra de las mil fantasías de La Dama del Rejo, que pongo al viento que sopla en todas las direcciones de mi vida...

 

Julio Olivera

 

 

 

Hace mucho escribía mis locuras…La nostalgia me rinde como melancólica añoranza me invade sin cesar.

Mis ojos impávidos escrutan los confines lejanos, donde arrobé auroras fúlgidas y vesperos plácidos. ¡Qué idilio!. En pleno vértigo extraño y en medio de una apostasía lírica reinante, forjé un poema inmortal. Sin temor, sin embarazo, con la naturalidad de lo espontáneo y lo ineluctable del sino, nos dimos a una pasión deliciosa.

Teníamos para este grande amor tesoros ocultos, maravillosa historia y un tesón pertinaz. Nuestra ternura y ardor venían de muy atrás, databan de más allá de nuestros primeros coloquios, en el génesis o en el éter, en el avatar o en la concreción: dos partículas de vida insurgían en demanda de simpatía y afinidad. Sintonizaron nuestras almas y la melodía del amor brotó a raudales. Y aquél amor fue como un himno de primavera, tierno, soñador y suavemente inquieto. La magia y el embrujo nos sumió en un sueño edénico y ausentes de la realidad nos dimos a la ilusión, nos retomamos en las alas de la fantasía y nos perdimos en los mirajes oplascentes de un cielo especular. Nuestras cartas urdieron la promesa del encuentro y volcaron su angustia y reclamo en tonos doloridos e impetuosos.

La lejanía y el tiempo se conjuraron contra nosotros. La timidez de la amada dio pábulo a ello. Entonces mi alma deambuló: rodó sin cesar y sin piedad. Perdí la fe. En un mundo sin Dios ni ateísmo. Llegué hasta la soberbia.

Cayeron al peso de mi orgullo todos mis ídolos. Iconoclasta, sin cielos para los dioses, sin altares para la divinidad. Ángel rebelde, viviendo solo para la imposibilidad de acabar, me abandoné a un panteísmo nihilista erigiendo una filosofía para justificar mi destino.

Hay un requerimiento de la naturaleza, un alma telúrica de la tierra, que exige a la ilusión una parte de realidad: ahí donde se concibe el ideal allí debe plasmarse.

Yo no sé si algún genio oculto en mí amasó mis ideas con las maravillas de las auroras y ocasos de ésos paisajes y tomó de su cielo y campiña la pureza y el verdor primaveral o si la mano de un hada que me hubiera acariciado en mi regazo pasó por la pradera esparciendo sus encantos, yo no sé. Pero siento que entre yo y el paisaje hay una eterna comunión.

Sin esta metafísica del amor y del paisaje que tienen tanto poder de sugestión y de poderío que hacen que todas las cosas se traduzcan en todos los idiomas de mí ser y los ademanes de mi vida, no podría hacer estas reflexiones.

Creo que de no estar yo enamorado del amor me reiría de mi violencia y de mi obcecación, hasta me asaltaría la duda de que mi afluencia pasional no fuera sino la euforia de un egoísmo.

Todo ditirambo en el amor es una necedad que denuncia su vulgaridad y futilidad. El amor dulce y puro no necesita adornarse ni que a cada hora se predique. La ternura es más íntima cuando es menos afectada y es más perdurable por recatada que por decantada. El juramento diario hace prosaico el acto y suele ser moneda falsa que hasta las más incautas desechan de la circulación.

He callado cuando voces atronadoras pugnaban por hacerse escuchar. Solo el silencio y la esperanza-tesoros de melodía y ternura – han sido las únicas panaceas de mi alma. De no ser rudo y frágil cuántas lecciones de mesura y ponderación habría aprendido en la soledad y cuánta sabiduría hubiera escuchado de aquella virtud teológica.

Por fortuna existen sitios y seres para demostrar que todavía la mujer es el eje sobre el cual gira la felicidad del hombre y sin cuya imagen la misma belleza perdería su sentido y el amor su objetivo esencial.

La distancia y el tiempo dan al amor un título de nobleza y mayores fuerzas de incitación. Ganar la distancia, o hacer que retroceda el horizonte para admirar a la amada no es alegría profunda y obra de milagro? El tiempo y la distancia dan su inmensidad al amor puro, a su vista el universo se dilata y un escenario simbólico aflora en perenne excitación. La distancia es al universo como el tiempo a la historia: paisaje y monumento. El mérito de la distancia es que a su término está la amada transida de inquietud y ternura. El mérito del tiempo es que a su constante se han acrisolado las promesas y se han fundido dos almas.

No recuerdo el nombre del romano que solía decir que nunca se encontraba más acompañado que cuando estaba solo. Aquél debió tener un alma privilegiada y una fantasía de artista, además saboreó sin duda el plácido dolor de la melancolía. Este mal enferma al corazón pero da al espíritu una aureola de mártir y un consuelo agradable. La melancolía es la flor de la felicidad. Flor nostálgica que busca la esperanza y el amor como supremos tesoros de salud.

Los que hemos visto sobrevenir a la melancolía sabemos el placer que brota de una alma convaleciente que reclina su frente en el pecho de la amada.

La melancolía es una enfermedad de linaje blasonado, ataca solo a las almas nobles. Acampa y reina en la aristocracia sentimental.

Aparece la melancolía de un exceso de amor o de un amor incomprendido, algo así como un lampo de felicidad y una gota de amargura son el fondo del mal. El cuadro ofrece un horizonte infinito satinado de rosa thé y animado del tono nostálgico de los ocasos marinos. La melancolía tiene su paisaje. Los lirios blancos anidan ternuras inexpresadas en los valles y esperan con su toca de novias al amado ausente que no vendrá. Los helechos se empinan en asecho del bien que a su vera le ha de brindar su cariño; la violeta apura sus fragancias en la esperanza de que su perfume ha de concitar la curiosidad que la descubra bajo la enramada y la alondra da su allegro matutino en la confianza de que nadie se le ha anticipado y en la tenue esperanza de que el somnoliento amado lo escuche. Tiene la melancolía su cielo empalidecido por los suspiros, nublado por la congoja y rematado por un combo azul-blanco y especular; tiene su poesía peculiar y su música propia.

Tiene su filosofía y tiene una fisonomía misteriosa bañada como con gajos de luna plateada y destellos de aurora. Mal tan dulce no debería ser curado.

Sin embargo los que sufrimos de él tendemos las manos en busca de la panacea que es el ser amado, volvemos la vista a la soledad y el campo que es el ambiente y el alcanzar del corazón trágico herido. La soledad con su arrullo melancólico mece al alma, el campo con su majestuoso espectáculo lo embelesa y ambos dos lo transportan al mundo de la ilusión, donde la imagen de la amada está en plena oración.

Feliz el amante que puede desahogar sus tormentos con el llanto.

Cuántos traumatismos o deformaciones interiores se evitarían si todos los hombres pudieran vaciar en sus lágrimas la amargura que los corroe el alma. Una tempestad en el mundo sidéreo del espíritu, cuántos estragos ocasionarían si una lágrima no la condensara en roció apacible.

Las lágrimas se cuajan como perlas y toman su perfume de aquella flor del amor llamada melancolía. Entonces una lágrima se hace bella y tiene el encanto de lo inefable y lo sublime del consuelo. Quién no ha llorado no conoce la elocuencia del amor ni la dulzura del consuelo. El amor como todo lo noble y grande tiene que alimentarse del dolor y extraer de él su tenacidad y firmeza, su lenguaje y su música. El llanto es el verbo de amor y la música su expresión rítmica y misteriosa. Sin ellos no puede haber grande amor o todo amor noble está destinado a descender a la vulgaridad y perderse en la promiscuidad anónima de los amoríos de trastienda.

Cuando las lágrimas no vienen a orear el rostro febriscente del enamorado, un llanto interno y desesperante, se desencadena haciendo gemir el alma como un mártir y bullir al corazón como un caldero. Sucede entonces lo horrible, el dolor y la amargura se exacerban, hincan, desgarran, corroen y se convulsionan en el silencio sin que una mano piadosa o enamorada llegue a enjugar aquel llanto espiritual que ciega la vista y quema el rostro del alma. El llanto sin lágrimas es el más cruento, obra como un vendaval y arrasa inmisericorde como el fuego que arroja lavas, o como el cierzo que congela, pero como si todo eso no fuera sino un fecundizante, o un fermento brota en el espíritu una flor de esperanza y aflora a la fisonomía el perfume del consuelo y la sonrisa del amor.

Una lágrima en los ojos de una mujer enamorada es una joya inapreciable y un tesoro poético que deslumbra y subyuga; en los de un hombre, es un título de nobleza y de hidalguía que convence. La fe de los amantes no tiene más pura fuente que el manantial de un llanto sincero.

La constancia a través de tan variadas mutaciones de la vida es un don que rebalsa los estrechos moldes de la virtud. El alma de la virtud es la bondad y la bondad cubre con su manto de bien y dulzura a las acciones humanas haciéndonos ver las cosas como a través de un caleidoscopio. El alma de la constancia es el amor. Sin este substractum. Qué sería de la constancia al que la realidad la acicatea diariamente mostrándole a cada paso la faz del engaño y del olvido? El amor da a la constancia un poder de providencia y misericordia. Sin ello surgiría el odio y devendría la indiferencia. Así como la virtud sin la bondad es una palabra vacía, la constancia sin el amor es una idea estéril y como toda esterilidad condenable y abominable.

La flor y nata del placer está en la pregustación, es saborear el goce en cuanto insinúa y sugiere y no en cuanto satisface. El verdadero amor es como el artista que es más feliz que cuando concibe que cuando crea y gusta más de las emociones precedentes al placer que siempre están muñidas de pudor angélico y de efusión mística. La fantasía y la imaginación con su incitación y vuelo dan al presentimiento del goce una espiritualidad majestuosa jamás superada por la realidad.

En la antecámara del placer reside todo el encanto de la dulzura. Es aquí donde un juego de ilusión y de visión decoran el cuadro y ofrecen un lujo soberbio que magnífica y sublima y que haces más querido el conato y el presentimiento y más bello el paroxismo. El arte y la belleza que busca todo gusto refinado están allí, es el palacio mágico donde el placer se idealiza y se plétora de vitalidad.

Ya el galanteo es premonitorio de grandes dichas. El floreo locuaz rebota inteligente y voluptuoso encendiendo la pasión amorosa. La cortesía elegante y fina del ingenio concita la gracia y provoca una delicia primorosa que insensiblemente abre las puertas del corazón y da paso al brote de una lascivia disimulada al que la lisonja y la gracia disimulan y añaden fascinación. Todo encanto de la seducción está en la delicadeza de la galantería. Es el arte del amor. Sucede como en la música clásica donde todo el portento armónico está en el preludio que irrumpe estremeciendo el alma y transportándolo a un exótico cenador acústico donde la melodía sugiere y obra milagros. Poco da el fondé de la partitura. Es como en el sol que es más grandioso el espectáculo cuando alborea en la aurora que cuando posa en el cenit. Y nada más obvio que su explicación: todo lo que exalta la imaginación va más allá de todo lo que ofrece la realidad. En lo que primero el anhelo es infinito e insaciable y en lo otro la experiencia es limitada. Y es que lo mejor y lo bueno no está siempre en lo que tenemos y aprendemos sino en lo que ambicionamos y perseguimos: lo que radica en la esfera de la idealidad y que con su destello nos seduce y atrae. Muchas veces la antecámara del goce es sólo una quimera y es entonces cuando más enardece y más obliga creando una atmósfera de maravillosa expectación y dando lugar a que el ingenio se luzca en el grato lance de procurar el placer y de porfiarlo.

El amor no es un valor de abstracción. No es un tema filosófico, ni se debe ni se puede teorizar sobre él.

Nada más estéril que la palabra e infecundo que la promesa verbal cuando se trata de él.

Es un valor de abstracción sentimental nutrido de emociones puras y crudas y animadas de un afecto expresivo y de un afán de placer y satisfacción exigentes y total. Tiene su base en el alma, pero es el los sentidos donde aquella belleza interior florece, resplandece y crea el placer y la felicidad. Vive tanto de la inspiración del alma como de la emoción sensorial. La satisfacción es su sublimación aunque no todo su fin. El amor es como un kaleidoscopio a través del cual el mundo se nos ofrece maravilloso. Estas mismas frases están bañadas no sé de qué raras fragancias, que fluye al imaginar el rostro paterno y la imaginación me envuelve en un torbellino.

No sé cómo expresar todo lo que el recuerdo sugiere y provoca la memoria de mi padre Doctor Eleodoro Olivera Cortés. Mi léxico y dicción de suyos parvos se entumecen y ofuscan. Los bocetos cuando no se esfuman resultan estrechos y los tintes cuando no manchas empalidecen, se desmayan los tonos y los vocablos disuenan. El ritmo y el acento fugan despavoridos; las frases chirrían como vigas de un edificio que se derrumba. Dónde encontrar el estilo florido y conciso?, la oración silente , el verbo fúlgido, el giro incisivo, la locución mórbida o la expresión sutil e incorpórea? Mieles y pensamientos divinos deberían ser recogidos en copas griegas y nectarios árabes, cincelados por genios hechizados y en topacios de la Reina Saba o con el oro embrujado del templo de Milita. Y cuando se hubieran agotado todos los recursos de la literatura y apurado la riqueza y la pedrería de todos los tesoros debería abrirse un crédito a la elocuencia y erigirse monumentos que guarden el portento y la gloriosa perenclitud de las ideas y de la belleza, del amor y de la felicidad triunfantes para ejemplo y lección de la posteridad y como testimonio irrefutable del sentimiento y de la admiración. Qué otra cosa significarían los templos de Chefrén de la IV dinastía faraónica, el de Chichen Itza del Imperio Maya, el templo de Chavín de Huantar, de Cotosh, del Señor de Sipán, el Castillo de Pashash en Cabana, de Clarin-Irca en Corongo, las Ciudadelas de Cuélap y Machu-Picchu en Perú, el espíritu se satisface y mitiga su ansiedad en la expresión que dan los espacios infinitos y la magia sublime y musical que ofrece la arquitectura.

Pero tamaña Empresa cuando no amilana cohíbe por su magnitud. Y las escasas fuerzas que sobran están hebetadas o anonadadas, postergadas en la contemplación, cegadas por el deslumbramiento que irradian. Y un ánimo rendido por la pasión no tiene poder para reaccionar y mucho menos para exigir que mis mal cultivadas facultades y menguados dotes den frutos óptimos y magistrales para hablar de un padre. Habré púes de resignarme a lo parco y limitado de mis alcances, procurando solo a falta de ornamento y lujo, vestir mis ideas y sentimientos, con ropajes limpios y sencillos enjugados en vertientes campesinas y secado sobre rosales y amapolas silvestres. De otro lado el ropaje del amor como el de la verdad es la naturalidad y sencillez. Cuanto más se aleje el rebuscamiento mayor aflorará el candor y la gracia se den plácidos como el rubor de vírgenes aldeanas que ignoran el lustre que les hace adorables.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ANSIEDAD

Poema Ganador de La Antología del Centro de Estudios  Poéticos de España 2013

La primavera ha tocado mis puertas,
el perfume de las flores emana de mi cuerpo,
mi voz es el eco del trino de las aves
y mi aliento es el aliento de los seres en celo.

¿No soy acaso la hermosa amante.
la jardinera de las flores fragantes,
la doncella de los senos arrogantes,
la virgen encandilada y sedienta?

Desmayo de amor. ! Sostenerme!
Me agobia la espera !fortaléceme!
Se desborda mi pasión !detenlo!
La fantasía me agobia !cálmame!.

Todo está en su tiempo y en su hora:
mis pechos opulentos están anhelantes,
mis flancos están electrizados
y los lirios de mis brazos abiertos para estrecharse.

¿Por qué demoras y no vienes?
Aun no es la hora de la cita
¿o mis frutos no están maduros
y no es tiempo de la ciega?

¿No ves que los racimos de mi cuerpo
se están cubriendo de abejas
y que las bresas de mis senos
se están abriendo al sol?

¿Es mi belleza, o mis filtros,
son mis flores, o su fragancia,
el arrebato del corazón, o el arrullo del alma
que prefieren en el desposorio?

¿Acaso no te ha dado a presentir
los espumantes topacios de mi fantasía,
el vino añejo de mis ilusiones
y el enervador aroma de mis ánforas?

Un sabroso olor a vainilla contagia,
escuerse el adereso de las hadas;
y una melodía enervante cubre el escenario
embargando a las almas en su ritmo.

¿Son las primicias de Eros
y el sortilegio del amor
O acaso es ya el preludio
de la sonata nupcial?

Nada falta para el himeneo,
el tálamo con sus suntuosas decoraciones
esta ya suspendido
en el celaje de los crepúsculos.

Nuestros cuerpos van a flotar
entre encajes de nube e inmersas en la melodía.
Se fusionarán en la cadencia del infinito
en veneración seráfica de una ensoñación.

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

LOS SENOS DE MILGICHA

 

Altos, turgentes redondos y protuberantes,

Pulcros y preciosos.

¿Fueron burilados por los dioses,

o tallados por genios enamorados?

 

¿Quién le puso aquel embrujo que hechiza,

Aquella ilusión que atrae,

Aquella sugestión que desespera?

 

 

Aquellas curvas, son las curvas de las magnolias

aquella belleza es la belleza de las rosas

..aquella morbidez es para el reposo de mi frente

y aquel enjambre es para la delicia de mi boca?

 

Aún cuando duros tus senos son dóciles

a la caricia de mis manos,

se ufanan, crecen y sobran.

la ansiedad estalla en ósculos de leche.

 

Sentir en mis manos la desnudez de tus senos,

ver como despiertan sus sonrosados pezones,

como palpita el verso y la melodía,

como quien descorre el velo del Parnaso.

 

Baña sus senos con nieve y puñados de escarcha,

se escurren de mis manos se escapan y

como electrizados por fricción, quisieran volar.

 

Aquellos son algo más que forma y belleza:

son atracción y cuna,

son sentimientos dulcificados,

enubrerados con miel.

 

Un rebullir de palomas, o una lluvia de pétalos,

el sortilegio de los ángeles

y el encanto de la primavera,

la gracia de las Náyades y el cincel de Apolo,

las flores de durazno, la violeta y los pámpanos.

 

Aquella blondura es de seda, o de armiño,

son de polvos de rosa, o de azucena,

de casta de lirio, de gantu, o de clavel

o de los plumones de los cisnes, o torcazas?

 

¿Aquellos senos son una fantasía

o es la concepción magistral de algún genio

para ser tallados en diamante

y venerados en el santuario de algún templo?

 

Íngres, puso alas a los senos de Edipo

para expresar su magnificencia helada.

algún artista en los senos de Milgicha

habría puesto música celestial

para expresar su plasticidad ensoñadora.

 

En cada milenio se da el portento,

para maravillar la ilusión

y sustentar la poesía oliveresca.

 

¿Son poemas, o bellas melodías,

la sublime elocuencia de algún lenguaje,

la fruta sabrosa de Ceres

o el manjar codiciado por Cupido?

 

Aquellos, son el himno de la virginidad,

el diseño y la inspiración

de la pintura y la escultura universal,

el don divino de la maternidad.

 

Quien posee la gracia de los senos de ella

posee todos los atributos de la belleza;

quien los toma, tiene para sí

el tesoro de todas las riquezas del arte.

 

Salomón habría codiciado aquellos senos

para prez de sus copas de amatista y ágata,

de aquellas copas que sus artífices esculpieron

con el modelo de los senos de mil vírgenes de Oriente.

 

Copas hermosas de estilo,

de gesto original, para beber las formas hechizantes,

el néctar y los filtros del amor,

espumantes topacios de la ilusión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 Flor Carnal

 

Cubierta con guirnaldas

de flores multicolores

engalanada solo con el velo

iridiscente de la luz auroral,

tu desnudez

no estaba en la intemperie

como no lo está una flor en el vergel

o una estrella en el firmamento

 

Ante el eglógico delirio del prado

tu exquisita persona estaba inmersa,

inmersa en la exhuberancia

de las maravillas de la naturaleza.

 

 

Resumías la fertilidad del campo

y emitía tu ser la fragancia de las flores,

la melodía del canto de las alondras,

y tu cuerpo transido de aromas,

de elixires y ambrosías

era más alucinante y mas florido, La Dama del Rejo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 MILYTUNAY

 

De dónde aquél esbozo palatino,

la aristocracia del garbo,

el refinamiento de las líneas

y la pulcritud de la belleza?

 

Aquél busto ensoñador salió de los modelos

de las pinturas del Renacimiento?

Aquella fisonomía de ángel o de hada

lo concibieron los genios o los dioses?

 

Luego sus maneras ceremoniosas,

su exquisita sensibilidad,

sus movimientos de celaje

y sus escorzos de ave.

 

Delicados. Sus besos son una melodía o un perfume?

Tiernos. Son el arrullo de los querubes?

Sabios. Tienen magia o embrujo?

Frenéticos. Son un torbellino o una vorágine?

 

Sensitiva. En la caricia se sublima

y un espasmo enajenante le hace vibrar.

Es el hechizo de sus encantos

o un acorde mágico que embelesa?

 

En su frente rutilan fulgores de aurora,

en sus mejillas se han encandilado los tintes,

en sus labios se derrite la miel

y en su voz gorjean la tórtolas.

 

Su cuello se enarda y regocija,

su pecho se expande y sus senos se desbordan,

su cintura ajusta endechas

y todo su cuerpo es un arpegio enardecido.

 

Luego el prodigio de su magnificencia

y la zalamería de su gracia,

la efusión de sus encantos

y la delicia de sus ofrendas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pérfida Milgicha

 

 

Mi odio será

la embriaguez demente,

la soberbia tempestad

de brazas, lavas y cenizas

que arrasaron con su memoria?

No dejará mi cólera nada que recuerde

la grandeza fáustica de su porte?

 

Si fuera preciso seré la arpía

cruel y vengadora

que clavará sus uñas en las entrañas,

que estrujaré ponzoñas

para envenenar su paladar,

que ahorcará hasta sus suspiros

y que acuchillará hasta su sombra?

 

Y como elegía macabra en su agonía

haré resonar la ironía de mis carcajadas?

Poca será su pérfida e implacable?

Guirnaldas de ortigas colgaré de su cuello

y le quitaré las sandalias

para que sus pies desnudos

caminen sobre abrojos?

 

Heriré sus pupilas

para que sus ojos se entorpezcan

y no reparen los estragos

que el tiempo me cause?

Y si en las "tinieblas"

esos ojos me volvieran hallar

prenderé fuego y echaré azufre

para que el humo

como una cortina volcánica

me cubra de su acecho?

Lastimaré sus labios y los infectaré

para que como dos cardenales inmundos

no puedan besar?

 

Tapiaré sus ventanas

para que no se renueve el aire?

Mataré en su corazón

ese niño bueno

que cantaba en él?

 

Haré secar

las lágrimas hasta de sus huesos

para que no se consuele

con el llanto?

 

Caro habrá de costarle

haber tomado vendida

o regalada mi hermosura?

 

Y lloraré su nombre

para que en su ruta

no pueda encontrar

ni las piltrafas

de las hectáreas?

 

Yo que sentí la eternidad en sus besos

lo arrojaré lejos

para que distante

aquél amor inútil

no renueve

su monótona pasión?

 

Apartaré su cara de mi vista

porque no podré soportar

su rostro mendigo?

En vano sus miradas

rondaran mi veste,

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Amargura o filtro amargo

Premiado por el Centro de investigación poetica de España

 

Apaga mi canto, apágalo Señor.

Soy la alondra que llora y no canta.

Tálame Señor, conviérteme en cenizas

soy el abrojo que estorba y no florece

 

No escuches Señor, no escuches, no.

Mis risas son el eco destemplado de dos campanas

y mis labios dos heridas que destilan

amarguras, pesares y congojas.

 

Sálvame Señor, me asfixia el polen de las flores

y el aroma enervador de los frutales.

Sálvame Señor. Me ahogan los azahares

y el olor de vainilla que emane mi piel.

 

No me abreves Señor, estoy envenenado:

mi cuerpo es un artístico cáliz de brebaje almibarado.

Sédame Señor, es amargo el filtro

y turbia e infectada está la fuente.

 

No me aspires Señor, no me aspires

el perfume de mi cuerpo está quebrado

mustias están mis flores

y mis ánforas resecas.

 

No me toques Señor, no me toques,

tengo el cuerpo llagada y el alma emponzoñada.

Soy la carroña de que los hombres huyen

y el mendrugo que desdeñan hasta las fieras.

 

No bendigas mi boca, mis labios son estériles,

su castidad cuando no es ácida es inodora;

Apolíneos: son una abstracción

o una utopía inverosímil,

cloróticos: son la exótica teoría de lo absurdo

 

Nada en mi está sano Señor.

La belleza de mi rostro es un engaño:

bajo la apariencia del carmín y del nácar

está la mueca de la muerte y la comida del gusano.

 

Aparta tus ojos Señor, aparta.

Mis senos ni son albos ni son puros.

Erectos e impávidos me ceban,

mórbidos y delirantes me mancillan.

 

Apagame Señor, Mi cuerpo es un alabastro encandilado,

mis venas cuadrigas de serpientes desbocadas,

mi rubor es el áurea llamarada de la vacante

que despierta la voracidad de los chacales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

La Mariposa de un Idilio

 

Estas cuartillas no son una ficción.

Están en ellas la geografía

y la anatomía de tu ser.

Esta la arquitectura real

de aquella confitura de tu cuerpo

y la celestial idea de tu imagen.

 

Está también la antorcha de tus ilusiones,

el pentagrama de tu lira musical,

el compendio de tus ideales

y el arcón de las joyas

de tu soberana hermosura.

 

Guardan estas notas románticas

felices y reales episodios

de nuestra ternura de amantes,

el arrullo embelezado de nuestras caricias

el deliquio y la sinfonía

de nuestros arrobos apoteósicos.

 

Estas notas son la historia

de un idilio angelical,

sencillo puro y transparente

como el romance de una rosa tierna

o como un clavel enamorado.

 

Y como historia y narración

de las epopeyas florecidas

en nuestra aventura pasional,

alli están tus escorzos de libélula

y hasta tus arrebatos de odalisca.

 

Son estas notas el museo donde se lucen

las acuarelas de tu gracia juvenil,

de la reliquia más admirada

que fascina y cautiva.

 

alucinante y mas florido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

LA DAMA DEL EDEN DEL REJO

 

Eres más que un fulgor

que una realidad de mujer.

Tu belleza es la belleza de los lirios,

tu alma de no ser de miel, habria sido de hada.

 

Eres un perfume de flor

y un prodigio de primavera:

como perfume que escancias de deífica fragancias,

como primavera, embelleces la Creación.

 

Aquella tu euritmia, es la esencia de la aurora:

de una flor dormida en estival,

El escherso ritmical de una sonata,

o la mediodia de un verso universal.

 

No eres de rosas, de grana o de carne:

la materia en ti está evadida;

eres un miraje o una visión

que no pueden mis manos asir.

 

Eres la maravilla del espíritu puro;

una súbita silueta etérea

arrobadora y ondulante.

 

Todo el tinte de las azucenas en tus mejillas

el oro de los estambres en tu cabellera,

la ensoñación de la poesía en tus pupilas

y en tus labios la magia de todas las caricias.

 

Linda y bonita tu esbeltez

es de lianas y juncales

de lirios estilizados

y de celajes de alborada nivia.

 

En tu cuello ebúrneo

hay cadencias de cisnes

estremecimiento de torcaces

y raudos vuelos de golondrinas.

 

Tu voz es el gorjeo de las tórtolas

y su tono melifluo en flor

penetra en las almas

como una cadencia.

 

Es la sinfonía del arrobamiento,

una partitura Wagneriana

con aquellos sus preludios de arrullo

y polifonía de Mendelsonn.

 

El perfil aristocrático de tu rostro

tiene la semblanza de los perfiles

de Minerva y Venus, de los blancos brazos

debería estar tallado en marfil, o bronce

para la representación escultórica de una gracia.

 

Porque aquél perfil es esencia de elegancia,

la concepción de un ensueño angélico,

el prodigio maravilloso de lo sublime

y la figuración de lo magistral y lo divino.

 

Aquella frente es un poema en ónix,

aquella mirada es el arrobo de la ternura,

las mejillas son de ambrosía melódica;

y aquellos labios son el arpegio osculal.

 

Eres flor de jardines y vergeles,

la alondra de un prado divinal;

la flor es más codiciada cuando es más sensible

y el trino de la alondra es más dulce en su cantar.

 

Y entre tanto los iris de tus ojos

entornan su angustia y tu belleza se hace nostálgica,

nuestras miradas dialogan en silencio

y nuestras manos elocubran

su mudo juramento romántico..

 

Y la palabra delatora está prescrita,

proscritos los rituales;

y nos vemos con los ojos del alma

y hablamos con el verbo del espíritu.

 

Y como dos almas lánguidas,

nuestros cuerpos transpasados

de crepúsculos

caminan al infinito.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LOS BESOS DE MILGICHA

Los labios de tu boca son para la galana sonrisa y
arrobamiento de un beso.
Tersos, sedosos: son pétalos de rosa,
gráciles y donosos: son de moras salvajes.

Sofia delineo, tus sútiles comisuras, su aterciopelada tersura,
le dio sus joyas y sus fantasias maternales.

De que mixturas de perlas.
de que tintes de granada y que eximio artista
esculpió la copa de tu boca?

Ruben no habría esculpido mejor
las lineas de tus labios
en el cuarzo o la estalactita, no,
fueron mis besos que te delinearon.

No saber que el mundo existe
o que el manjar se acaba, seguir bebiendo el filtro
y después la copa, hasta acabar
con el último átomo del ser.

Son tus besos de seda, de carne o rosa,
tienen sed, fiebre o locura?
Sus huellas frescas o ardientes
me dejaron marcas eternas e indelebles.

Milímetro a milímetro no te cubrí de besos,
porque no alcancé a sorberte, de una vez?
No me arrodillé para besarte cuando yacías y
me empiné cuando te ergías
como una estatua reluciente?

Cuanto tiempo besé tus pies,
cuando me detuve en tu cintura,
que siglos me quede en tus senos y
que eternidad en tus labios?

En sus besos estaban toda la poesía del amor.
la sinfonía maravillosa del ensueño.
toda la fantasía del alma y
el néctar quintaesenciado de eros.

Besa la moza para cautivar al galán,
besa la amada para endulzar la dicha,
besa la madre para purificar el amor y
besa el ángel para satisfacer un rito.

Pero el hombre cuando besa,
besa como Dios:
para sustentar el ritmo de la vida en el universo,
o para aromar la ilusión del amor.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sortilegio de Eros

 

Pese a estar duros y ajustados los flancos

al andar los músculos de la espalda serpentean

los del torso se exhuberan,

crujen y zangolotean las caderas.

 

Son las ondulantes y electrizantes líneas

del perfil de los felinos en celo

o son el sortilegio de Eros

y la maravillosa liturgia del deseo?

 

Una chispa de zalamería en los ojos

la pintura de una ilusión en los hoyuelos,

un cromatismo de aurora en la sonrisa

y una hechizante melodía en el garbo.

 

Son las galas de la bayadera

o la sabiduría de alguna ninfa?

O son solo la dádiva inocente

de una niña o de un ángel?

 

Pero es un embrujo que maravilla,

un juego que desespera,

un deslumbramiento que anega

y una sugestión que embelesa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VIVIR PARA MORIR

Poema Ganador del Concurso UN PASEO ENTRE VERSOS

Del Centro Poetico de España

Yo se que para que esta pasion sea eterna
debo morir para el mundo;
que debo despojarme de la materia:
ser un halo del espíritu o ser menos.

Si morir es vivir en la eternidad,
en arrobo y delectación infinita,
.Señor porque me demoras en esta vida,
porque me privas de tu pasión divina?

Para ser mas digno de tu simpatía,
yo quiero morir puro, en los puros elementos,
embelesado por el canto de los ruiseñores o
anegado por el perfume de las flores.

Quiero morir helado en el cristal de los nevados,
para que los rayos de la aurora me diluyan o
sumergido en el torbellino de los rios
para ser evaporado por el sol del mediodia.

Pero acaso mas quisiera morir en la corriente,
para llenar como presente
la canción del céfiro,
el diálogo enamorado de las ninfas y de las náyades
o las loas de amor de los nenúfares o helechos.

Morir en el rio es como dormirse en el acorde de una lira
o en la melodía de un coro musical,
porque el rio es el orfeón de las campiñas
trovador y bardo de los paisajes.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SUBLIME MELANCOLIA

Antalogado por el Centro de Estudios Psiquiatricos y Psicologias de Argentina

Dr. HERRADA

No me consueles, no,
déjame así llagado,
prefiero la dulzura del miraje
de una larga convalecencia..
Si tu supieras que la pena es dulce y
sublime la melancolía..
no me consueles, no.

Te veré mejor
a través de mi sufrimiento.
Apiadado ante mi dolor
tu imagen se transfigura.
Como un destello de luz
inunda mi estancia y
solaza mi vista.

Bendito el dolor
que me hace clarividente y a ti
bondadosa
Bendita el hacha que hirió mis flancos,
despertando tu caridad.
Bendita la mano que lava mis heridas y
mas bendita los labios que la besan.

La heridas del corazón
cuanto mas cruentas
son mas placenteras,
por venir del amor.

Por aquellas, sangra el alma y
los bálsamos que mitigan el dolor
hacen bello el retono.
Aquella palidez clorótica
es de la perla cuando brilla
y los tintes exangues son
las del romero y la violeta, cuando
se dan a las cantaridas.


 

IDILIO REPROBO

En un día de ensoñación
la tallaste en perla y
olvidaste de cubrirla y
de vendarme a mi. Señor.

La querían todos, pero tenía dueño
y su belleza que glorificaba a Dios
cautivaba a unos y
subyugaba a otros.

Tu que la hiciste bella
como a una flor o a un ave,
me diste a mis los ojos para fijarme en ella.

Tu que le diste el sabor a fruta
me diste a mi las ansias de gustarla.
Tu que le diste su cantarino arroyo
me diste a mi la sed para abrevarlo.

Como no amarla de hinojos
si le diste la gracia angelical


 

 

EL ALMA DELA DAMA DEL REJO

 

 

Tu exótica belleza corporal

es más un celaje o un nimbo,

una perla con verberaciones de rubí,

por un rocio cuajado de luz.

 

Pero tu escultura espiritual es más bella,

sus formas están más decantadas

y aquella alma como una imágen real

es una garbosa melodia.

 

Aquél rostro es la cauda de un ángel,

el seno exhúbero es una ensoñación celestial,

los lazos de sus brazos son de seda

y las latas manos son hostiales.

 

Tal la imágen de tu alma,

la belleza conquien dialogo

y canino en la aventura

de este alucinado idilio.

 

Y nuetras almas

hechizadas y transfundidas

no son ya sino el efluvio

de un solo largo beso.

 

Y nuestro destino

surcar el mar ignoto

a la vela de un deliquio

en paroxismo.

MILGICHA

 

Su cuerpo es una lira, una guitarra o un orfeón musical,

una combinación de líneas en ese o en llaves de sol,

templada con maestría para todos los tonos.

Su cuerpo es un acorde místico o una canción primaveral.

 

En su cintura una línea iridiscente y sensual,

ciñe cada vez más hondo y fuerte,

haciendo resaltar la gracia del busto

y dando a relucir la plasticidad de las curvas.

 

Sus espaldas son dos palomas esculturales

talladas por el sol y buriladas por la luna,

la piel fresca y lustrosa: mitad de ángel, mitad de fiera,

por el medio un surco hechizante ofrece su vértigo abrasador.

 

Liliales y húmedas sus espaldas son un sentido más,

ellas captan lo que queda tras el paso

y recogen el mensaje de la oración y del deseo

que provoca su implacable apostura.

 

Vivir sumergido en aquella belleza,

dejarse arrollar por aquella visión

es como quien sintiera la caricia de un perfume

o palpara la fragancia de una flor.

 

Aquellas piernas son una poesía:

tienen la maravillosa armonía del soneto

la gracia y dulzura de un madrigal

y la alucinante fantasía de

 


El CAMINO DEL REJO

 

Señor: hoy he visto en el firmamento el resplandor de un lucero.

Es la estrella que me ha de señalar el camino?.

El trino de las alondras ya anuncia la aurora.

Es la señal de la partida que me enviás?

Listo está mi equipaje. Listo el del Sultán.

Todos los días lo reviso y aligero

y una dulce sensación de viaje

a diario se renueva en mi fantasía.

Señor: mi equipaje no está aún liviano?

he arrojado de él hasta el peso del recuerdo

y estoy arrojando la memoria de las cosas

y las alas de la evocación y del ensueño.

Yo no debo llevar ni la carga de mi anhelo,

ni el peso de la ilusión o de la esperanza,

menos puedo llevar la cauda de la paz

o el halo de los confines de la nada.

Cómo me alegra el camino de mi aldea

pintado por la arcilla o por la pátina de las rocas,

magnificado por el canto de los gallos

o por las flores de la pradera.

El camino sube en "L" y voltea en "U"

zigzaguea en "Z" y serpentea en "g"

cruza el río en "h" y bordea el abismo en "i"

El camino tiene todas las letras de la sabiduría.

Los altos y los bajos del camino

son como los altos y bajos del pensamiento:

las curvas y los codos relucientes

como las desnudas rodillas de los hombres.

El camino es una visión y una fascinación

de lomas turgentes de puentes melancólicos,

de quebradas umbrías de picachos deslumbrantes,

de encuentros furtivos y de posadas ensoñadoras.

El camino es más una cuestión filosófica que geográfica:

es el punto de partida de la ausencia o del olvido;

el comienzo de la evocación y del recuerdo

y también la ruta del pensamiento al infinito.

Ya no estar aquí o allí: estar de viaje

No quedarse jamás o saber que no se va a volver;

irse así por irse o sólo por regresar,

son cuestiones metafísicas del ser.

Dónde comienza o termina dónde el camino?

Camino para adelante: ese es mi norte?

es que en verdad me voy o es que me llevan

O es que sólo estoy perdido en un dédalo sin fin?

No acabar de irse y querer ya regresar.

No acabar de llegar y querer ya viajar;

Estar siempre yéndose o acabando siempre de llegar

es la mística y el arrobo del caminante.

Saber que el camino allí se acaba o que no tiene fin,

que al término hay alguien que le espera o que no hay nadie;

es igual: no le quita ni la fascinación ni el encanto

al contrario encuentra el hechizo de la aventura.

Pasar los linderos ajenos,

dejar atrás los pueblos y los hombres,

cambiar de escenario y de paisaje

es acaso estar en transición y brote?

Divisar horizontes por delante y por detrás.

Círculos concéntricos o excéntricos en vorágine,

diedros, conos, curvas y vértices, senos y cosenos

es más o menos lo que percibe el viajero...?

Por este camino o por el otro cabalga

en jornadas vehementes y anhelantes

la pena o la alegría, la fe o la angustia,

las risa, el llanto o la fatiga del viajero.

En las noches lóbregas el camino se hace mágico

las luces de los carruajes prenden su luminaria,

centellan las pupilas de los jaguares

y las sombras oscuras se salpican de luz.

Porque no convergen los caminos?

porqué siempre se separan?

Caminamos para unirnos

o caminamos para aislarnos?

Hay caminos que bordean quebradas y precipicios

y en la profundidad hay abismos que hipnotizan,

hay otros que orillan por los lagos y los ríos y

en el fondo van ya engarzadas nuestras almas.

Una extraña embriaguez de profundidad y abismo

sobreviene como un vértigo abrasador.

Es la fascinación del entrañamiento

es el garfio invisible que atrapa al viajero?

En las cumbres la nieve esmalta la ruta

y la senda se cubre de un espejismo abrasador.

Es el camino para el tránsito de los ángeles

o es la vía láctea de las almas en su viaje al infinito?

Recorrer el camino por solo recorrer,

viajar por recibir el adiós de las despedidas,

o el abrazo de las llegadas

o acaso por quedarse sólo en las posadas?

 

 

MILGYCHA

Mi amor al paisaje

Me llevó a Callampampa

Y había de gozar embelesado

De la belleza del panorama

El encuentro resoñado y perseguido.

 

Habías viajado a Lima

A la casa de un familiar

Por lo que viajé a esa ciudad

A la dirección que me proporcionaron

Donde me informaron

Que habías viajado a pisco

 

Y trabajabas en la calle de Huascar N° 278

Donde hube de encontrarte

Supliqué al dueño de la casa,

Me permitieron entrevistarte

Y el modo familiar de tu recibimiento,

Aquel espontaneo beso que nuestros labios

Se prodigaron, fue el ceremonial de tu presentación

Y el punto de partida de nuestro amor entrañable.

 

En Pisco te había encantado el mar

Y sus playas amplias y hermosas,

Donde desnuda te bañabas y luego te echabas,

Largas horas en la arena,

Hasta que en el hogar donde vivías se alarmaron

Y tuvieron que avisarme que fuera a recogerte

Con premura.

 

El mismo día que recibí la noticia

Le conteste que al siguiente día

Iría por ti y en un automóvil expreso te recogí.

 

Me esperabas con inquietud

Y ansiedad yo con una satisfacción exquisita cuando te vi,

Con placer luego de agradecer

Por tu estadía regresamos,

Llegamos a la Lima a 3 de la tarde,

Y ya en el hogar nuestros brazos se abrazaron

Y nuestros labios se prodigaron besos puros.

 

Para entonces debían de hacerte cargo de la ausencia,

Un año de suspirar por ti,

Valieron la fortuna de tenerte en mis brazos.

Milgycha mientras estás en mi poder

Juro mantener tú virginal inocencia,

Tu candor y rubor celestial,

Tu belleza espiritual y compañera

He querido que nuestras ilusiones sean así

Y guardad tu virginidad con el más gentil respeto.

 

Para nosotros la alcoba

Sino el lugar de un deleite espiritual

Donde jamás llegará a ruptoriarse

Los capullos de tu castidad

 

Milgycha te debo a ti

El relato de estas paginas

Porque te veo bajado con sinceridad y sencillez

Me reprimo en mis fantasías

Y luego me confirmabas

Y los demás datos que aportamos

Con tu colaboración galante.

Además te debo la facultad

De que este folleto lleve tu nombre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Penitencia y Meditación

 

Pequé Señor, pequé

con mis cinco sentidos.

Pequé con obstinación,

con soberbia y con orgullo.

Castigame Señor y no me perdones.

 

Pervertida fue mi mente

por pensamientos obscenos

y mis ojos se hundieron

en mirajes lujuriantes.

 

Hundí mis manos en el cieno

y mi cuerpo voluptuoso,

apuré todos los placeres

del vicio y de la crápula.

 

Prostituí mi alma

en todos los lupanares

escarnecí todas las virtudes

y profané todos los sagrarios.

 

Como un chacal rabioso

sembré el terror,

fui la bestia insaciable

y la fiera indómita.

 

Todo lo vejé y hollé

Injurié a mis padres

y traicioné a mis hermanos

y renegué hasta de ti.

 

Maldíganme las hadas

y me escarnezcan

los verdugos de las horcas

y las fieras del averno.

 

La tentación me cubrió

con su fascinante hechizo,

por eso los silicios ardientes

aplaquen mi sádica ansiedad.

 

Blasfemé sin reparos

y el odio me embrolló,

por eso no soy digno de tu piedad

ni de tu compasión.

 

Y aun cuando ni un átomo

ni una gota

quede de mi, tampoco seré digno

de tu perdón.

 

Flagélame Señor

Que las espinas ciñan mi frente

y que hierros ardientes

atraviesen mis costados.

 

Ciega mis ojos Señor.

Para no evadir los abismos

y que las brazas quemen mi boca

para no apostatar.

 

No soy digno de la Cruz.

Es una roca candente

sea yo crucificado

como a un dragón demente.

 

Luego no descanse el vigo lotero

hasta que el castigo severo

cumpla con llagar

mi cuerpo entero.

 

Si el mismo demonio

me ha arrojado

como a un vil despojo

no merezco Señor tu desprecio.

 

Flagélame con furor

hasta triturar las sierpes

y los endriagos lascivos

que tengo en mi cuerpo.

 

Flagélame Señor

y no te conmueva

verme despedazado

o desfallecido.

 

Flagélame Señor

hasta que mi sangre no corra

y mi cuerpo no exista.

 

Flagélame Señor

mi sombra y la memoria

desdichada de este ser

abominable e impuro.

 

Y cuando te hayas dignado

dejarme morir

las aves rapaces

trituren mis restos.

 

No permitas Señor

que mi inmundo cadáver

mancille la tierra bendita

que no supe respetar

 

Y en piras de azufre

ardan mis huesos

y se arroje al averno

sus cenizas malditas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ÑUSTAS Y ACLLAS

 

Princesa por estirpe noble

o princesa por galana belleza?

En el amor sois igual

y en hermosura sin par.

 

Robustas sóis más una magnolia broncínea

que un lirio azul

un junco lozano

que una liana.

 

Si cobrizas tenéis tintes de óleo

y espolvoraciones de oro viejo;

si rubias una acuarela

de especulares tonos.

 

V uestra cabellera negra luce reflejos de diamante,

es una mata de ébano pulido

o son haces de hebras doradas

que seducen tanto como fascinan?

 

Sóis ensoñación rubeniana

o una fortaleza inexpugnable.

Vuestros galanes son hercúleos

o son titanes

 

Vuestros encantos son marabillosos

tienen el misterio del mito,

la sabiduria de los dioses

y la ambrosía de las flores.

 

En el pecho ámplio lucia con donaire

la gracia de los senos exhúberos

para holgar amantes

o amamantar cachorros de jaguares

 

Para qué vuestros labios carnosos

y su bermellón de moras?

Son para la sonrisa galana

o para el beso apasionado?

 

Por qué las amapolas de vuestras mejillas

y el olor de las retamas en vuestros poros.

Son para desbocar la ilusión

o para embriagar la fantasía?

 

Qué hay en las cuentas de vuestros collares

o en el nudo de vuestros kipus?

Es la leyenda de algún idilio

o el recuerdo de algún amor?

 

Qué hay en las múltiples sortijas

de vuestros dedos?

Son solo la prenda de una promesa

o son la cuenta exacta

de los amores florecidos?

 

Si Cantarhuacho subyugásteis a Huayna Cápac,

si Quispishira rendisteis al Marquez Pizarro,

si Manola deslumbrasteis a Bolivar,

si Margarita desesperaias al mariscal Castilla......

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TERNURAS DE MILCICHA

 

Para qué tu color de moras         

y tu canto de alondra,

tus trenzas negras                                  

y tus sueños de hada?

 

Eras la dulce cuculí

entre las torcasas blancas,

el alegre jilguero

entre los canarios rubios.

 

En la escarcha de los campos nevados

y en la maravilla de las nubes

que se arrebujaban a tus pies

se meció tu fantasía

y se reveló en ti

el mensaje de una raza.

 

Regresaste a los quince años

a tu nido natal,

hablabas en inglés

pero soñabas con Juana de Ibarburú

y con Amado Nervo.

Los jóvenes casaderos te odiaban,

tu vena jocunda y tu belleza salvaje

los alocó.

 

Los galanes más apuestos

no tuvieron reparos

de satisfacer tus exigencias.

El uno te llevaba vultúridos

y el otro pagras y rima-rimas,

otros máa buenos te llevaban choclos

y otros con que emoción

tenían que pasar ante ti

garbeando ritmos de danzas

delante de una mecedora.

 

Eras así: la emperadora del capricho

y el blasón codiciado de los don Juanes del lugar.

Desde pueblos lejanos acudian

expertos enamorados,

a comprar tu fama.

Acicalados de fiesta

cabalgando briosos corceles.

Algunos empalmaban el paso de los potros

y los cascos recién herrados

daban a recitar endechas;

del empedrado brotaban chispas

de los jatos de plata

reflejos relucientes.

Las espuelas ruidosa y afiladas

enclavados en los hijares

hac ian piafar a los rocines

y las riendas cada vez más cortas

les hacían bolear el paso.

Así como estatuas ecuestres

los jinetes transfigurados

desfilaban a tu vista.

 

Frívola y diabólica,

tus desenvueltas maneras electrizaba

a los pobres galanes.

Eras muy linda

y tenias una corte de juglares

para el solaz de tu ironía

burlona y mordaz.

Incitabas al amor

y lo rehuías con donosura,

exasperabas y desesperabas.

Era tu juego favorito

y acaso también tu pasión.

 

Llegó tu fama a mis lares

doce leguas tuve que viajar

para conocerte.

Una lluvia tempestuosa en la puna

me caló hasta los huesos.

Así me presente a tus ojos:

en un diedro de nieve

o el eco de una tormenta.

Eras un mito sagrado.

 

Un día en un campamento minero

habrá de apadrinarse un bautismo,

tu corte de admiradores

se formó para el cortejo.

Te brindé mi corcel,

como el pinto no había mejor

a cien leguas de la comarca;

y a poco de la jornada

tomé la delantera

y el rocín que me advirtió

siguió veloz tras de mi,

parecía desbocarse y tú como una amazona

excitabas al animal,

pasate rauda y cuando el pinto

no obedecía a las riendas

me lance adelante para detenerlo.

Jadeabas y tu salvaje hermosura

crepitaba impaciencias.

Y antes de que tus labios resecos

articularan palabra

los cubrí de besos brutales.

El eco del trote de las cabalgaduras

nos despertó de aquél arrobo

y volvimos a tomar la delantera

para en cada recodo

volvernos a besar.

 

Más tarde se desbandó tu corte

y hubimos de pasearnos solos.

Me llevaste al Templo Pre-inca

donde una pareja imperial

había jurado amor eterno.

Con las manos puestas en el ara

repetiste la fórmula milenaria

y sobrevino un idilio

que superó al de las fábulas y novelas.

 

Al término de las vacaciones

cada cual volvía a sus estudios

mientras las cartas

mantenían el fuego de la pasión.

El epistolario troqueló misivas intimas,

se exacerbó en un parnasianismo febril

de formas decantadas.

La angustia y el reclamo

se vistiera de gala

y la misma melancolía

rezumbaba tal belleza

que fascinaba y embelesaba.

Tu ingenio se lució con primor,

escribustes cuartillas de amor

en los tersos pétalos de las trinitarias

para empastarlos como a códices sagrados.

 

Al cabo de varios años volvimos encontrarnos

en cita original.

Y los besos y los abrazos acaso mas sabios

no tuvieron el encanto efusivo de otrora.

Atosigada de tedios y sofisticada doctoral

y abstracciones metafóricas

deformaron aquél primitivo idilio.

El perfume de las flores fueron reemplazadas

con la fragancia de las esencias

y en sus labios no habían ya

los colores de las moras y cerezos,

sino la pintura de cliché.

Tus senos ebúrneos y sonrosados

habían sufrido las torturas del corsé.

Tu cutis limpio que olía a verbenas y retamas

estaba maquillado,

maquillada también tu alma.

 

Entonces resolvimos salvar aquél idilio,

colocándolo en el empíreo del recuerdo.

Un altar levantado en el alma

mantiene el fuego

y sus llamas son el calor de la emoción

y su luz es el farol que espera el retorno.

 

 

 

Diez cristos curvados..

Poema Premiado Por el  Centro de Estudios Poeticos de España 2010

Señor
yo que nunca tuve alboradas
tuve nostalgias y melancolías

El destino me negó las alegrías
me dio pesares y tormentos.

No tuve juventud,
mi niñez creció marchita,
escuálida, desencajada.

No tuve ilusiones,
tuve desengaños,
tuve agonías
cuando no tuve nada.

Implore a los cielos....
no vi asomarse el consuelo,
mis ojos desorbitados,
nublados, oscurecían.

En todos los altares
invocaba de rodillas...
mis lágrimas
inundaban las iglesias.

El llanto que al comienzo
fuera mi terror,
llego a ser mi panacea.
Mis ojos, donde no brillaban
mis pupilas,, yertos, desencajados,
eran las cenizas de algún fuego
extinto que el destino blasfema.

En mis labios
jamás se posó la sonrisa,
estuvo a flor de ellos
el acíbar, la amargura..

Y en aquellas manos albas
de mi niñez,
los callos del dolor
tallaron Diez Cristos
curvados en mis dedos.

Llevaba siempre el cuerpo postrado,
el alma de rodillas.

Tatuada de cruces el alma y
el cuerpo
magullado por los silicios.

Para ironía del destino.
cuando a mis puertas se allegaba
la esperanza...
La ilusión de una ventura,
el sismo
me aferro
en mayores aflicciones.

 

 

 

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