L
JULIO OLIVERA
…………
PROLOGO
LA DAMA DEL REJO
Don Julio Olivera Oré nos regala
esta vez La dama del Rejo, su
Milgicha – la mujer de labios de alas de colibrí, de mejillas de flor de
manzano, de pechos enhiestos y dóciles –
capaz de producir la más intensa de las
melancolías.
Milgicha, la gacela de cabellera
azabache y larga, es en la poética de Julio Olivera lo que Silvia es en la
poesía de Melgar: símbolo e ideal múltiple más que de fémina de ser humano
pleno, carnal y espiritual. Ser humano que fluye cual espejo perfecto ante el
poeta quien en sus pupilas ve su propia imperfección y se alza en la lucha por
deslumbrarla, por conquistarla, por amarla, por poseerla con intensa angustia
por la temporalidad que discurre y marca nuestro cuerpo como el viento andino
marca el paisaje, como el sol del ocaso marino va pinceleando los arreboles. Es
ese asombro por la perfección de Milgicha, por sus flancos tiernos y ardientes,
que conducen al yo poético más allá de la mirada y lo sitúan en lo trascendente
del miraje para compararla con la melodía de Wagner o de Mendel con la misma
naturalidad plena que cuando la nombra jilguero o torcaza.
Olivera por Milgicha ama a la
vida, al ónix, al bronce y a las retamas, por ella ama al mundo natural. Por
ella también ama y recrea la cultura, en
un verso un quipu y en otro Ruben; en un verso Eros o Ápolo, en otros
Huayna Cápac cuando no el Señor de Sipán. Por eso, en Ansiedad la ‘poesía oliveresca’ se acerca a la de Salomón en
Cantares, dialogan los amantes con la serena privacidad de la alcoba y del
saber geográfico del cuerpo escudriñado
en mística alteridad. Es Milgicha
singular versión trasandina de la Reina de Saba; solo ella con su
nobleza puede trocar a un río en trovador, solo ella es el cantarino arroyo que
aplaca la sed, solo ella es la fruta que sustenta, solo su alma es el camino
del apasionado idilio. De ese idilio que aligera nuestra carga, que nos hace
seres religiosos para trascender en el ruego, en la contemplación, en la
paciente y ecuánime espera del último viaje. A propósito, Olivera escribe: “¿Por qué demoras y
no vienes?// ¿Aún no es la hora de la cita // o mis frutos no están maduros //
y no es tiempo de la siega?”.
y no es tiempo de la siega?”.
Como el poeta, retocemos con Milgicha y veamos en su
perfección nuestra imperfección perfecta; en nuestros diez cristos curvados,
sujetemos la esperanza que anuncian sus ojos de amanecer. Leamos…
Bertha Consuelo Navarro Navarro
Universidad Complutense de Madrid
Docente Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima –Perú
LA DAMA DEL REJO
Milgicha en el Rejo es una estrella primaveral. No
se vio antes mayor gloria de la belleza ni el portento de hermosura como en
aquella exhúbera gacela de cabellera azabache y larga.
En ella se luce la lozanía de las manzanas de San
Ignacio y el tinte de las flores de Concuyay. En el rostro virginal las
mejillas de amapola son arrebatadoras y en los labios angelicales maduran las
fresas y las moras. Aquellos labios son un esbozo de alas de colibrí o de
capullo de flor de manzano. El cuerpo egregio es escultural. Ella sabe que es
admirada y codiciada y que cada uno de sus encantos rinde y fascina.
Impóluta la frente de Minerva. Y por entre las afelpadas
pestañas se abría el sol en sus ojos y el fulgor de sus miradas pone en el alma
y las cosas un dulce encanto de gracia. Su cara tiene la sana alegría y el
hechizo primaveral de una flor de calabaza. Espléndida, maravillosa es una
fuente de arrebol y de calor. Un halo de perla y carmesí iluminaba su ser y en
los labios de coral brotan la sonrisa como un plácido crepúsculo.
Aquellos labios paradisiales dan a besar sonrisas en
el cáliz inmaculado de su boca y aflora el beso como por entre capullos de flor
de almendro y perfume de retamas..Este Florilegio es muestra de las mil fantasías
de La Dama del Rejo, que pongo al viento que sopla en todas las direcciones de
mi vida...
Julio Olivera
Hace
mucho escribía mis locuras…La nostalgia me rinde como
melancólica añoranza me invade sin cesar.
Mis ojos impávidos escrutan
los confines lejanos, donde arrobé auroras fúlgidas y vesperos plácidos. ¡Qué
idilio!. En pleno vértigo extraño y en medio de una apostasía lírica reinante,
forjé un poema inmortal. Sin temor, sin embarazo, con la naturalidad de lo
espontáneo y lo ineluctable del sino, nos dimos a una pasión deliciosa.
Teníamos para este grande
amor tesoros ocultos, maravillosa historia y un tesón pertinaz. Nuestra ternura
y ardor venían de muy atrás, databan de más allá de nuestros primeros
coloquios, en el génesis o en el éter, en el avatar o en la concreción: dos
partículas de vida insurgían en demanda de simpatía y afinidad. Sintonizaron
nuestras almas y la melodía del amor brotó a raudales. Y aquél amor fue como un
himno de primavera, tierno, soñador y suavemente inquieto. La magia y el
embrujo nos sumió en un sueño edénico y ausentes de la realidad nos dimos a la
ilusión, nos retomamos en las alas de la fantasía y nos perdimos en los mirajes
oplascentes de un cielo especular. Nuestras cartas urdieron la promesa del
encuentro y volcaron su angustia y reclamo en tonos doloridos e impetuosos.
La lejanía y el tiempo se
conjuraron contra nosotros. La timidez de la amada dio pábulo a ello. Entonces
mi alma deambuló: rodó sin cesar y sin piedad. Perdí la fe. En un mundo sin
Dios ni ateísmo. Llegué hasta la soberbia.
Cayeron al peso de mi
orgullo todos mis ídolos. Iconoclasta, sin cielos para los dioses, sin altares
para la divinidad. Ángel rebelde, viviendo solo para la imposibilidad de
acabar, me abandoné a un panteísmo nihilista erigiendo una filosofía para
justificar mi destino.
Hay un requerimiento de la
naturaleza, un alma telúrica de la tierra, que exige a la ilusión una parte de
realidad: ahí donde se concibe el ideal allí debe plasmarse.
Yo no sé si algún genio
oculto en mí amasó mis ideas con las maravillas de las auroras y ocasos de ésos
paisajes y tomó de su cielo y campiña la pureza y el verdor primaveral o si la
mano de un hada que me hubiera acariciado en mi regazo pasó por la pradera
esparciendo sus encantos, yo no sé. Pero siento que entre yo y el paisaje hay
una eterna comunión.
Sin esta metafísica del
amor y del paisaje que tienen tanto poder de sugestión y de poderío que hacen
que todas las cosas se traduzcan en todos los idiomas de mí ser y los ademanes
de mi vida, no podría hacer estas reflexiones.
Creo que de no estar yo
enamorado del amor me reiría de mi violencia y de mi obcecación, hasta me
asaltaría la duda de que mi afluencia pasional no fuera sino la euforia de un
egoísmo.
Todo ditirambo en el amor
es una necedad que denuncia su vulgaridad y futilidad. El amor dulce y puro no
necesita adornarse ni que a cada hora se predique. La ternura es más íntima
cuando es menos afectada y es más perdurable por recatada que por decantada. El
juramento diario hace prosaico el acto y suele ser moneda falsa que hasta las
más incautas desechan de la circulación.
He callado cuando voces
atronadoras pugnaban por hacerse escuchar. Solo el silencio y la
esperanza-tesoros de melodía y ternura – han sido las únicas panaceas de mi
alma. De no ser rudo y frágil cuántas lecciones de mesura y ponderación habría
aprendido en la soledad y cuánta sabiduría hubiera escuchado de aquella virtud
teológica.
Por fortuna existen sitios
y seres para demostrar que todavía la mujer es el eje sobre el cual gira la
felicidad del hombre y sin cuya imagen la misma belleza perdería su sentido y
el amor su objetivo esencial.
La distancia y el tiempo
dan al amor un título de nobleza y mayores fuerzas de incitación. Ganar la
distancia, o hacer que retroceda el horizonte para admirar a la amada no es
alegría profunda y obra de milagro? El tiempo y la distancia dan su inmensidad
al amor puro, a su vista el universo se dilata y un escenario simbólico aflora
en perenne excitación. La distancia es al universo como el tiempo a la
historia: paisaje y monumento. El mérito de la distancia es que a su término
está la amada transida de inquietud y ternura. El mérito del tiempo es que a su
constante se han acrisolado las promesas y se han fundido dos almas.
No recuerdo el nombre del
romano que solía decir que nunca se encontraba más acompañado que cuando estaba
solo. Aquél debió tener un alma privilegiada y una fantasía de artista, además
saboreó sin duda el plácido dolor de la melancolía. Este mal enferma al corazón
pero da al espíritu una aureola de mártir y un consuelo agradable. La
melancolía es la flor de la felicidad. Flor nostálgica que busca la esperanza y
el amor como supremos tesoros de salud.
Los que hemos visto
sobrevenir a la melancolía sabemos el placer que brota de una alma
convaleciente que reclina su frente en el pecho de la amada.
La melancolía es una
enfermedad de linaje blasonado, ataca solo a las almas nobles. Acampa y reina
en la aristocracia sentimental.
Aparece la melancolía de un
exceso de amor o de un amor incomprendido, algo así como un lampo de felicidad
y una gota de amargura son el fondo del mal. El cuadro ofrece un horizonte
infinito satinado de rosa thé y animado del tono nostálgico de los ocasos
marinos. La melancolía tiene su paisaje. Los lirios blancos anidan ternuras
inexpresadas en los valles y esperan con su toca de novias al amado ausente que
no vendrá. Los helechos se empinan en asecho del bien que a su vera le ha de
brindar su cariño; la violeta apura sus fragancias en la esperanza de que su
perfume ha de concitar la curiosidad que la descubra bajo la enramada y la
alondra da su allegro matutino en la confianza de que nadie se le ha anticipado
y en la tenue esperanza de que el somnoliento amado lo escuche. Tiene la
melancolía su cielo empalidecido por los suspiros, nublado por la congoja y
rematado por un combo azul-blanco y especular; tiene su poesía peculiar y su
música propia.
Tiene su filosofía y tiene
una fisonomía misteriosa bañada como con gajos de luna plateada y destellos de
aurora. Mal tan dulce no debería ser curado.
Sin embargo los que
sufrimos de él tendemos las manos en busca de la panacea que es el ser amado,
volvemos la vista a la soledad y el campo que es el ambiente y el alcanzar del
corazón trágico herido. La soledad con su arrullo melancólico mece al alma, el
campo con su majestuoso espectáculo lo embelesa y ambos dos lo transportan al
mundo de la ilusión, donde la imagen de la amada está en plena oración.
Feliz el amante que puede
desahogar sus tormentos con el llanto.
Cuántos traumatismos o
deformaciones interiores se evitarían si todos los hombres pudieran vaciar en
sus lágrimas la amargura que los corroe el alma. Una tempestad en el mundo
sidéreo del espíritu, cuántos estragos ocasionarían si una lágrima no la
condensara en roció apacible.
Las lágrimas se cuajan como
perlas y toman su perfume de aquella flor del amor llamada melancolía. Entonces
una lágrima se hace bella y tiene el encanto de lo inefable y lo sublime del
consuelo. Quién no ha llorado no conoce la elocuencia del amor ni la dulzura
del consuelo. El amor como todo lo noble y grande tiene que alimentarse del
dolor y extraer de él su tenacidad y firmeza, su lenguaje y su música. El
llanto es el verbo de amor y la música su expresión rítmica y misteriosa. Sin
ellos no puede haber grande amor o todo amor noble está destinado a descender a
la vulgaridad y perderse en la promiscuidad anónima de los amoríos de
trastienda.
Cuando las lágrimas no
vienen a orear el rostro febriscente del enamorado, un llanto interno y
desesperante, se desencadena haciendo gemir el alma como un mártir y bullir al
corazón como un caldero. Sucede entonces lo horrible, el dolor y la amargura se
exacerban, hincan, desgarran, corroen y se convulsionan en el silencio sin que
una mano piadosa o enamorada llegue a enjugar aquel llanto espiritual que ciega
la vista y quema el rostro del alma. El llanto sin lágrimas es el más cruento,
obra como un vendaval y arrasa inmisericorde como el fuego que arroja lavas, o
como el cierzo que congela, pero como si todo eso no fuera sino un fecundizante,
o un fermento brota en el espíritu una flor de esperanza y aflora a la
fisonomía el perfume del consuelo y la sonrisa del amor.
Una lágrima en los ojos de
una mujer enamorada es una joya inapreciable y un tesoro poético que deslumbra
y subyuga; en los de un hombre, es un título de nobleza y de hidalguía que
convence. La fe de los amantes no tiene más pura fuente que el manantial de un
llanto sincero.
La constancia a través de
tan variadas mutaciones de la vida es un don que rebalsa los estrechos moldes
de la virtud. El alma de la virtud es la bondad y la bondad cubre con su manto
de bien y dulzura a las acciones humanas haciéndonos ver las cosas como a través
de un caleidoscopio. El alma de la constancia es el amor. Sin este substractum.
Qué sería de la constancia al que la realidad la acicatea diariamente
mostrándole a cada paso la faz del engaño y del olvido? El amor da a la
constancia un poder de providencia y misericordia. Sin ello surgiría el odio y
devendría la indiferencia. Así como la virtud sin la bondad es una palabra
vacía, la constancia sin el amor es una idea estéril y como toda esterilidad
condenable y abominable.
La flor y nata del placer
está en la pregustación, es saborear el goce en cuanto insinúa y sugiere y no
en cuanto satisface. El verdadero amor es como el artista que es más feliz que
cuando concibe que cuando crea y gusta más de las emociones precedentes al
placer que siempre están muñidas de pudor angélico y de efusión mística. La
fantasía y la imaginación con su incitación y vuelo dan al presentimiento del
goce una espiritualidad majestuosa jamás superada por la realidad.
En la antecámara del placer
reside todo el encanto de la dulzura. Es aquí donde un juego de ilusión y de
visión decoran el cuadro y ofrecen un lujo soberbio que magnífica y sublima y
que haces más querido el conato y el presentimiento y más bello el paroxismo.
El arte y la belleza que busca todo gusto refinado están allí, es el palacio
mágico donde el placer se idealiza y se plétora de vitalidad.
Ya el
galanteo es premonitorio de grandes dichas. El floreo locuaz rebota inteligente
y voluptuoso encendiendo la pasión amorosa. La cortesía elegante y fina del
ingenio concita la gracia y provoca una delicia primorosa que insensiblemente
abre las puertas del corazón y da paso al brote de una lascivia disimulada al
que la lisonja y la gracia disimulan y añaden fascinación. Todo encanto de la
seducción está en la delicadeza de la galantería. Es el arte del amor. Sucede
como en la música clásica donde todo el portento armónico está en el preludio
que irrumpe estremeciendo el alma y transportándolo a un exótico cenador
acústico donde la melodía sugiere y obra milagros. Poco da el fondé de la
partitura. Es como en el sol que es más grandioso el espectáculo cuando alborea
en la aurora que cuando posa en el cenit. Y nada más obvio que su explicación:
todo lo que exalta la imaginación va más allá de todo lo que ofrece la
realidad. En lo que primero el anhelo es infinito e insaciable y en lo otro la
experiencia es limitada. Y es que lo mejor y lo bueno no está siempre en lo que
tenemos y aprendemos sino en lo que ambicionamos y perseguimos: lo que radica
en la esfera de la idealidad y que con su destello nos seduce y atrae. Muchas
veces la antecámara del goce es sólo una quimera y es entonces cuando más
enardece y más obliga creando una atmósfera de maravillosa expectación y dando
lugar a que el ingenio se luzca en el grato lance de procurar el placer y de porfiarlo.
El amor
no es un valor de abstracción. No es un tema filosófico, ni se debe ni se puede
teorizar sobre él.
Nada más
estéril que la palabra e infecundo que la promesa verbal cuando se trata de él.
Es un valor
de abstracción sentimental nutrido de emociones puras y crudas y animadas de un
afecto expresivo y de un afán de placer y satisfacción exigentes y total. Tiene
su base en el alma, pero es el los sentidos donde aquella belleza interior
florece, resplandece y crea el placer y la felicidad. Vive tanto de la
inspiración del alma como de la emoción sensorial. La satisfacción es su
sublimación aunque no todo su fin. El amor es como un kaleidoscopio a través
del cual el mundo se nos ofrece maravilloso. Estas mismas frases están bañadas
no sé de qué raras fragancias, que fluye al imaginar el rostro paterno y la
imaginación me envuelve en un torbellino.
No sé cómo
expresar todo lo que el recuerdo sugiere y provoca la memoria de mi padre
Doctor Eleodoro Olivera Cortés. Mi léxico y dicción de suyos parvos se
entumecen y ofuscan. Los bocetos cuando no se esfuman resultan estrechos y los
tintes cuando no manchas empalidecen, se desmayan los tonos y los vocablos
disuenan. El ritmo y el acento fugan despavoridos; las frases chirrían como
vigas de un edificio que se derrumba. Dónde encontrar el estilo florido y
conciso?, la oración silente , el verbo fúlgido, el giro incisivo, la locución
mórbida o la expresión sutil e incorpórea? Mieles y pensamientos divinos
deberían ser recogidos en copas griegas y nectarios árabes, cincelados por
genios hechizados y en topacios de la Reina Saba o con el oro embrujado del
templo de Milita. Y cuando se hubieran agotado todos los recursos de la
literatura y apurado la riqueza y la pedrería de todos los tesoros debería
abrirse un crédito a la elocuencia y erigirse monumentos que guarden el
portento y la gloriosa perenclitud de las ideas y de la belleza, del amor y de
la felicidad triunfantes para ejemplo y lección de la posteridad y como testimonio
irrefutable del sentimiento y de la admiración. Qué otra cosa significarían los
templos de Chefrén de la IV dinastía faraónica, el de Chichen Itza del Imperio
Maya, el templo de Chavín de Huantar, de Cotosh, del Señor de Sipán, el
Castillo de Pashash en Cabana, de Clarin-Irca en Corongo, las Ciudadelas de
Cuélap y Machu-Picchu en Perú, el espíritu se satisface y mitiga su ansiedad en
la expresión que dan los espacios infinitos y la magia sublime y musical que
ofrece la arquitectura.
Pero
tamaña Empresa cuando no amilana cohíbe por su magnitud. Y las escasas fuerzas
que sobran están hebetadas o anonadadas, postergadas en la contemplación,
cegadas por el deslumbramiento que irradian. Y un ánimo rendido por la pasión
no tiene poder para reaccionar y mucho menos para exigir que mis mal cultivadas
facultades y menguados dotes den frutos óptimos y magistrales para hablar de un
padre. Habré púes de resignarme a lo parco y limitado de mis alcances,
procurando solo a falta de ornamento y lujo, vestir mis ideas y sentimientos,
con ropajes limpios y sencillos enjugados en vertientes campesinas y secado
sobre rosales y amapolas silvestres. De otro lado el ropaje del amor como el de
la verdad es la naturalidad y sencillez. Cuanto más se aleje el rebuscamiento mayor
aflorará el candor y la gracia se den plácidos como el rubor de vírgenes
aldeanas que ignoran el lustre que les hace adorables.
ANSIEDAD
Poema Ganador de La Antología del
Centro de Estudios Poéticos de España
2013
La
primavera ha tocado mis puertas,
el perfume de las flores emana de mi cuerpo,
mi voz es el eco del trino de las aves
y mi aliento es el aliento de los seres en celo.
¿No soy acaso la hermosa amante.
la jardinera de las flores fragantes,
la doncella de los senos arrogantes,
la virgen encandilada y sedienta?
Desmayo de amor. ! Sostenerme!
Me agobia la espera !fortaléceme!
Se desborda mi pasión !detenlo!
La fantasía me agobia !cálmame!.
Todo está en su tiempo y en su hora:
mis pechos opulentos están anhelantes,
mis flancos están electrizados
y los lirios de mis brazos abiertos para estrecharse.
¿Por qué demoras y no vienes?
Aun no es la hora de la cita
¿o mis frutos no están maduros
y no es tiempo de la ciega?
¿No ves que los racimos de mi cuerpo
se están cubriendo de abejas
y que las bresas de mis senos
se están abriendo al sol?
¿Es mi belleza, o mis filtros,
son mis flores, o su fragancia,
el arrebato del corazón, o el arrullo del alma
que prefieren en el desposorio?
¿Acaso no te ha dado a presentir
los espumantes topacios de mi fantasía,
el vino añejo de mis ilusiones
y el enervador aroma de mis ánforas?
Un sabroso olor a vainilla contagia,
escuerse el adereso de las hadas;
y una melodía enervante cubre el escenario
embargando a las almas en su ritmo.
¿Son las primicias de Eros
y el sortilegio del amor
O acaso es ya el preludio
de la sonata nupcial?
Nada falta para el himeneo,
el tálamo con sus suntuosas decoraciones
esta ya suspendido
en el celaje de los crepúsculos.
Nuestros cuerpos van a flotar
entre encajes de nube e inmersas en la melodía.
Se fusionarán en la cadencia del infinito
en veneración seráfica de una ensoñación.
el perfume de las flores emana de mi cuerpo,
mi voz es el eco del trino de las aves
y mi aliento es el aliento de los seres en celo.
¿No soy acaso la hermosa amante.
la jardinera de las flores fragantes,
la doncella de los senos arrogantes,
la virgen encandilada y sedienta?
Desmayo de amor. ! Sostenerme!
Me agobia la espera !fortaléceme!
Se desborda mi pasión !detenlo!
La fantasía me agobia !cálmame!.
Todo está en su tiempo y en su hora:
mis pechos opulentos están anhelantes,
mis flancos están electrizados
y los lirios de mis brazos abiertos para estrecharse.
¿Por qué demoras y no vienes?
Aun no es la hora de la cita
¿o mis frutos no están maduros
y no es tiempo de la ciega?
¿No ves que los racimos de mi cuerpo
se están cubriendo de abejas
y que las bresas de mis senos
se están abriendo al sol?
¿Es mi belleza, o mis filtros,
son mis flores, o su fragancia,
el arrebato del corazón, o el arrullo del alma
que prefieren en el desposorio?
¿Acaso no te ha dado a presentir
los espumantes topacios de mi fantasía,
el vino añejo de mis ilusiones
y el enervador aroma de mis ánforas?
Un sabroso olor a vainilla contagia,
escuerse el adereso de las hadas;
y una melodía enervante cubre el escenario
embargando a las almas en su ritmo.
¿Son las primicias de Eros
y el sortilegio del amor
O acaso es ya el preludio
de la sonata nupcial?
Nada falta para el himeneo,
el tálamo con sus suntuosas decoraciones
esta ya suspendido
en el celaje de los crepúsculos.
Nuestros cuerpos van a flotar
entre encajes de nube e inmersas en la melodía.
Se fusionarán en la cadencia del infinito
en veneración seráfica de una ensoñación.
LOS SENOS DE MILGICHA
Altos,
turgentes redondos y protuberantes,
Pulcros y
preciosos.
¿Fueron
burilados por los dioses,
o tallados por
genios enamorados?
¿Quién le puso
aquel embrujo que hechiza,
Aquella ilusión
que atrae,
Aquella
sugestión que desespera?
Aquellas
curvas, son las curvas de las magnolias
aquella belleza
es la belleza de las rosas
..aquella
morbidez es para el reposo de mi frente
y aquel
enjambre es para la delicia de mi boca?
Aún cuando
duros tus senos son dóciles
a la caricia de
mis manos,
se ufanan,
crecen y sobran.
la ansiedad
estalla en ósculos de leche.
Sentir en mis
manos la desnudez de tus senos,
ver como
despiertan sus sonrosados pezones,
como palpita el
verso y la melodía,
como quien
descorre el velo del Parnaso.
Baña sus senos
con nieve y puñados de escarcha,
se escurren de
mis manos se escapan y
como electrizados
por fricción, quisieran volar.
Aquellos son
algo más que forma y belleza:
son atracción y
cuna,
son
sentimientos dulcificados,
enubrerados con
miel.
Un rebullir de
palomas, o una lluvia de pétalos,
el sortilegio
de los ángeles
y el encanto de
la primavera,
la gracia de
las Náyades y el cincel de Apolo,
las flores de
durazno, la violeta y los pámpanos.
Aquella
blondura es de seda, o de armiño,
son de polvos
de rosa, o de azucena,
de casta de
lirio, de gantu, o de clavel
o de los
plumones de los cisnes, o torcazas?
¿Aquellos senos
son una fantasía
o es la concepción
magistral de algún genio
para ser
tallados en diamante
y venerados en
el santuario de algún templo?
Íngres, puso
alas a los senos de Edipo
para expresar
su magnificencia helada.
algún artista
en los senos de Milgicha
habría puesto
música celestial
para expresar
su plasticidad ensoñadora.
En cada milenio
se da el portento,
para maravillar
la ilusión
y sustentar la
poesía oliveresca.
¿Son poemas, o bellas
melodías,
la sublime
elocuencia de algún lenguaje,
la fruta
sabrosa de Ceres
o el manjar
codiciado por Cupido?
Aquellos, son
el himno de la virginidad,
el diseño y la
inspiración
de la pintura y
la escultura universal,
el don divino
de la maternidad.
Quien posee la
gracia de los senos de ella
posee todos los
atributos de la belleza;
quien los toma,
tiene para sí
el tesoro de
todas las riquezas del arte.
Salomón habría
codiciado aquellos senos
para prez de
sus copas de amatista y ágata,
de aquellas
copas que sus artífices esculpieron
con el modelo
de los senos de mil vírgenes de Oriente.
Copas hermosas
de estilo,
de gesto
original, para beber las formas hechizantes,
el néctar y los
filtros del amor,
espumantes
topacios de la ilusión.
Flor
Carnal
Cubierta con
guirnaldas
de flores
multicolores
engalanada solo
con el velo
iridiscente de
la luz auroral,
tu desnudez
no estaba en la
intemperie
como no lo está
una flor en el vergel
o una estrella
en el firmamento
Ante el eglógico
delirio del prado
tu exquisita
persona estaba inmersa,
inmersa en la
exhuberancia
de las
maravillas de la naturaleza.
Resumías la
fertilidad del campo
y emitía tu ser
la fragancia de las flores,
la melodía del
canto de las alondras,
y tu cuerpo transido
de aromas,
de elixires y
ambrosías
era más alucinante
y mas florido, La Dama del Rejo.
MILYTUNAY
De dónde aquél
esbozo palatino,
la aristocracia
del garbo,
el refinamiento
de las líneas
y la pulcritud
de la belleza?
Aquél busto ensoñador
salió de los modelos
de las pinturas
del Renacimiento?
Aquella
fisonomía de ángel o de hada
lo concibieron
los genios o los dioses?
Luego sus
maneras ceremoniosas,
su exquisita
sensibilidad,
sus movimientos
de celaje
y sus escorzos
de ave.
Delicados. Sus
besos son una melodía o un perfume?
Tiernos. Son el
arrullo de los querubes?
Sabios. Tienen
magia o embrujo?
Frenéticos. Son
un torbellino o una vorágine?
Sensitiva. En
la caricia se sublima
y un espasmo
enajenante le hace vibrar.
Es el hechizo
de sus encantos
o un acorde
mágico que embelesa?
En su frente
rutilan fulgores de aurora,
en sus mejillas
se han encandilado los tintes,
en sus labios
se derrite la miel
y en su voz
gorjean la tórtolas.
Su cuello se
enarda y regocija,
su pecho se expande
y sus senos se desbordan,
su cintura
ajusta endechas
y todo su
cuerpo es un arpegio enardecido.
Luego el
prodigio de su magnificencia
y la zalamería
de su gracia,
la efusión de
sus encantos
y la delicia de
sus ofrendas.
Pérfida Milgicha
Mi odio será
la embriaguez
demente,
la soberbia
tempestad
de brazas,
lavas y cenizas
que arrasaron
con su memoria?
No dejará mi
cólera nada que recuerde
la grandeza
fáustica de su porte?
Si fuera
preciso seré la arpía
cruel y
vengadora
que clavará sus
uñas en las entrañas,
que estrujaré
ponzoñas
para envenenar
su paladar,
que ahorcará
hasta sus suspiros
y que
acuchillará hasta su sombra?
Y como elegía
macabra en su agonía
haré resonar la
ironía de mis carcajadas?
Poca será su
pérfida e implacable?
Guirnaldas de
ortigas colgaré de su cuello
y le quitaré
las sandalias
para que sus
pies desnudos
caminen sobre
abrojos?
Heriré sus
pupilas
para que sus
ojos se entorpezcan
y no reparen
los estragos
que el tiempo
me cause?
Y si en las
"tinieblas"
esos ojos me
volvieran hallar
prenderé fuego
y echaré azufre
para que el
humo
como una
cortina volcánica
me cubra de su
acecho?
Lastimaré sus
labios y los infectaré
para que como
dos cardenales inmundos
no puedan
besar?
Tapiaré sus
ventanas
para que no se
renueve el aire?
Mataré en su
corazón
ese niño bueno
que cantaba en
él?
Haré secar
las lágrimas
hasta de sus huesos
para que no se
consuele
con el llanto?
Caro habrá de
costarle
haber tomado
vendida
o regalada mi
hermosura?
Y lloraré su
nombre
para que en su
ruta
no pueda
encontrar
ni las
piltrafas
de las
hectáreas?
Yo que sentí la
eternidad en sus besos
lo arrojaré
lejos
para que
distante
aquél amor
inútil
no renueve
su monótona
pasión?
Apartaré su
cara de mi vista
porque no podré
soportar
su rostro
mendigo?
En vano sus
miradas
rondaran mi
veste,
Amargura o filtro amargo
Premiado por el Centro de investigación
poetica de España
Apaga mi canto,
apágalo Señor.
Soy la alondra
que llora y no canta.
Tálame Señor, conviérteme
en cenizas
soy el abrojo
que estorba y no florece
No escuches
Señor, no escuches, no.
Mis risas son
el eco destemplado de dos campanas
y mis labios
dos heridas que destilan
amarguras,
pesares y congojas.
Sálvame Señor,
me asfixia el polen de las flores
y el aroma
enervador de los frutales.
Sálvame Señor.
Me ahogan los azahares
y el olor de
vainilla que emane mi piel.
No me abreves
Señor, estoy envenenado:
mi cuerpo es un
artístico cáliz de brebaje almibarado.
Sédame Señor,
es amargo el filtro
y turbia e
infectada está la fuente.
No me aspires
Señor, no me aspires
el perfume de
mi cuerpo está quebrado
mustias están
mis flores
y mis ánforas
resecas.
No me toques
Señor, no me toques,
tengo el cuerpo
llagada y el alma emponzoñada.
Soy la carroña
de que los hombres huyen
y el mendrugo
que desdeñan hasta las fieras.
No bendigas mi
boca, mis labios son estériles,
su castidad
cuando no es ácida es inodora;
Apolíneos: son
una abstracción
o una utopía
inverosímil,
cloróticos: son
la exótica teoría de lo absurdo
Nada en mi está
sano Señor.
La belleza de
mi rostro es un engaño:
bajo la
apariencia del carmín y del nácar
está la mueca
de la muerte y la comida del gusano.
Aparta tus ojos
Señor, aparta.
Mis senos ni
son albos ni son puros.
Erectos e
impávidos me ceban,
mórbidos y
delirantes me mancillan.
Apagame Señor,
Mi cuerpo es un alabastro encandilado,
mis venas
cuadrigas de serpientes desbocadas,
mi rubor es el
áurea llamarada de la vacante
que despierta
la voracidad de los chacales.
La Mariposa de un Idilio
Estas
cuartillas no son una ficción.
Están en ellas
la geografía
y la anatomía
de tu ser.
Esta la
arquitectura real
de aquella
confitura de tu cuerpo
y la celestial
idea de tu imagen.
Está también la
antorcha de tus ilusiones,
el pentagrama
de tu lira musical,
el compendio de
tus ideales
y el arcón de
las joyas
de tu soberana
hermosura.
Guardan estas
notas románticas
felices y
reales episodios
de nuestra
ternura de amantes,
el arrullo embelezado
de nuestras caricias
el deliquio y
la sinfonía
de nuestros
arrobos apoteósicos.
Estas notas son
la historia
de un idilio
angelical,
sencillo puro y
transparente
como el romance
de una rosa tierna
o como un
clavel enamorado.
Y como historia
y narración
de las epopeyas
florecidas
en nuestra
aventura pasional,
alli están tus
escorzos de libélula
y hasta tus
arrebatos de odalisca.
Son estas notas
el museo donde se lucen
las acuarelas
de tu gracia juvenil,
de la reliquia
más admirada
que fascina y
cautiva.
alucinante y
mas florido.
LA DAMA DEL EDEN DEL REJO
Eres más que un
fulgor
que una
realidad de mujer.
Tu belleza es
la belleza de los lirios,
tu alma de no
ser de miel, habria sido de hada.
Eres un perfume
de flor
y un prodigio
de primavera:
como perfume que
escancias de deífica fragancias,
como primavera,
embelleces la Creación.
Aquella tu
euritmia, es la esencia de la aurora:
de una flor
dormida en estival,
El escherso
ritmical de una sonata,
o la mediodia
de un verso universal.
No eres de
rosas, de grana o de carne:
la materia en
ti está evadida;
eres un miraje
o una visión
que no pueden
mis manos asir.
Eres la maravilla
del espíritu puro;
una súbita
silueta etérea
arrobadora y
ondulante.
Todo el tinte
de las azucenas en tus mejillas
el oro de los
estambres en tu cabellera,
la ensoñación
de la poesía en tus pupilas
y en tus labios
la magia de todas las caricias.
Linda y bonita
tu esbeltez
es de lianas y
juncales
de lirios
estilizados
y de celajes de
alborada nivia.
En tu cuello
ebúrneo
hay cadencias
de cisnes
estremecimiento
de torcaces
y raudos vuelos
de golondrinas.
Tu voz es el gorjeo
de las tórtolas
y su tono melifluo
en flor
penetra en las
almas
como una
cadencia.
Es la sinfonía
del arrobamiento,
una partitura
Wagneriana
con aquellos
sus preludios de arrullo
y polifonía de
Mendelsonn.
El perfil
aristocrático de tu rostro
tiene la
semblanza de los perfiles
de Minerva y
Venus, de los blancos brazos
debería estar
tallado en marfil, o bronce
para la
representación escultórica de una gracia.
Porque aquél
perfil es esencia de elegancia,
la concepción
de un ensueño angélico,
el prodigio maravilloso
de lo sublime
y la figuración
de lo magistral y lo divino.
Aquella frente
es un poema en ónix,
aquella mirada
es el arrobo de la ternura,
las mejillas
son de ambrosía melódica;
y aquellos
labios son el arpegio osculal.
Eres flor de
jardines y vergeles,
la alondra de
un prado divinal;
la flor es más
codiciada cuando es más sensible
y el trino de
la alondra es más dulce en su cantar.
Y entre tanto
los iris de tus ojos
entornan su
angustia y tu belleza se hace nostálgica,
nuestras
miradas dialogan en silencio
y nuestras
manos elocubran
su mudo
juramento romántico..
Y la palabra
delatora está prescrita,
proscritos los
rituales;
y nos vemos con
los ojos del alma
y hablamos con
el verbo del espíritu.
Y como dos
almas lánguidas,
nuestros
cuerpos transpasados
de crepúsculos
caminan al
infinito.
LOS BESOS DE MILGICHA
Los labios de tu boca son para la galana sonrisa y
arrobamiento de un beso.
Tersos, sedosos: son pétalos de rosa,
gráciles y donosos: son de moras salvajes.
Sofia delineo, tus sútiles comisuras, su aterciopelada tersura,
le dio sus joyas y sus fantasias maternales.
De que mixturas de perlas.
de que tintes de granada y que eximio artista
esculpió la copa de tu boca?
Ruben no habría esculpido mejor
las lineas de tus labios
en el cuarzo o la estalactita, no,
fueron mis besos que te delinearon.
No saber que el mundo existe
o que el manjar se acaba, seguir bebiendo el filtro
y después la copa, hasta acabar
con el último átomo del ser.
Son tus besos de seda, de carne o rosa,
tienen sed, fiebre o locura?
Sus huellas frescas o ardientes
me dejaron marcas eternas e indelebles.
Milímetro a milímetro no te cubrí de besos,
porque no alcancé a sorberte, de una vez?
No me arrodillé para besarte cuando yacías y
me empiné cuando te ergías
como una estatua reluciente?
Cuanto tiempo besé tus pies,
cuando me detuve en tu cintura,
que siglos me quede en tus senos y
que eternidad en tus labios?
En sus besos estaban toda la poesía del amor.
la sinfonía maravillosa del ensueño.
toda la fantasía del alma y
el néctar quintaesenciado de eros.
Besa la moza para cautivar al galán,
besa la amada para endulzar la dicha,
besa la madre para purificar el amor y
besa el ángel para satisfacer un rito.
Pero el hombre cuando besa,
besa como Dios:
para sustentar el ritmo de la vida en el universo,
o para aromar la ilusión del amor.
Sortilegio de Eros
Pese a estar
duros y ajustados los flancos
al andar los
músculos de la espalda serpentean
los del torso
se exhuberan,
crujen y
zangolotean las caderas.
Son las
ondulantes y electrizantes líneas
del perfil de
los felinos en celo
o son el
sortilegio de Eros
y la
maravillosa liturgia del deseo?
Una chispa de
zalamería en los ojos
la pintura de
una ilusión en los hoyuelos,
un cromatismo
de aurora en la sonrisa
y una
hechizante melodía en el garbo.
Son las galas
de la bayadera
o la sabiduría
de alguna ninfa?
O son solo la
dádiva inocente
de una niña o
de un ángel?
Pero es un
embrujo que maravilla,
un juego que
desespera,
un
deslumbramiento que anega
y una sugestión que embelesa.
VIVIR PARA MORIR
Poema Ganador del Concurso UN PASEO ENTRE VERSOS
Del Centro Poetico de España
Yo se que para que esta pasion sea eterna
debo morir para el mundo;
que debo despojarme de la materia:
ser un halo del espíritu o ser menos.
Si morir es vivir en la eternidad,
en arrobo y delectación infinita,
.Señor porque me demoras en esta vida,
porque me privas de tu pasión divina?
Para ser mas digno de tu simpatía,
yo quiero morir puro, en los puros elementos,
embelesado por el canto de los ruiseñores o
anegado por el perfume de las flores.
Quiero morir helado en el cristal de los nevados,
para que los rayos de la aurora me diluyan o
sumergido en el torbellino de los rios
para ser evaporado por el sol del mediodia.
Pero acaso mas quisiera morir en la corriente,
para llenar como presente
la canción del céfiro,
el diálogo enamorado de las ninfas y de las náyades
o las loas de amor de los nenúfares o helechos.
Morir en el rio es como dormirse en el acorde de una lira
o en la melodía de un coro musical,
porque el rio es el orfeón de las campiñas
trovador y bardo de los paisajes.
SUBLIME MELANCOLIA
Antalogado por el Centro de Estudios Psiquiatricos y Psicologias de Argentina
Dr. HERRADA
No me consueles, no,
déjame así llagado,
prefiero la dulzura del miraje
de una larga convalecencia..
Si tu supieras que la pena es dulce y
sublime la melancolía..
no me consueles, no.
Te veré mejor
a través de mi sufrimiento.
Apiadado ante mi dolor
tu imagen se transfigura.
Como un destello de luz
inunda mi estancia y
solaza mi vista.
Bendito el dolor
que me hace clarividente y a ti
bondadosa
Bendita el hacha que hirió mis flancos,
despertando tu caridad.
Bendita la mano que lava mis heridas y
mas bendita los labios que la besan.
La heridas del corazón
cuanto mas cruentas
son mas placenteras,
por venir del amor.
Por aquellas, sangra el alma y
los bálsamos que mitigan el dolor
hacen bello el retono.
Aquella palidez clorótica
es de la perla cuando brilla
y los tintes exangues son
las del romero y la violeta, cuando
se dan a las cantaridas.
IDILIO REPROBO
En un día de ensoñación
la tallaste en perla y
olvidaste de cubrirla y
de vendarme a mi. Señor.
La querían todos, pero tenía dueño
y su belleza que glorificaba a Dios
cautivaba a unos y
subyugaba a otros.
Tu que la hiciste bella
como a una flor o a un ave,
me diste a mis los ojos para fijarme en ella.
Tu que le diste el sabor a fruta
me diste a mi las ansias de gustarla.
Tu que le diste su cantarino arroyo
me diste a mi la sed para abrevarlo.
Como no amarla de hinojos
si le diste la gracia angelical
EL ALMA DELA DAMA DEL REJO
Tu exótica belleza corporal
es más un celaje o un nimbo,
una perla con verberaciones de rubí,
por un rocio cuajado de luz.
Pero tu escultura espiritual es más bella,
sus formas están más decantadas
y aquella alma como una imágen real
es una garbosa melodia.
Aquél rostro es la cauda de un ángel,
el seno exhúbero es una ensoñación celestial,
los lazos de sus brazos son de seda
y las latas manos son hostiales.
Tal la imágen de tu alma,
la belleza conquien dialogo
y canino en la aventura
de este alucinado idilio.
Y nuetras almas
hechizadas y transfundidas
no son ya sino el efluvio
de un solo largo beso.
Y nuestro destino
surcar el mar ignoto
a la vela de un deliquio
en paroxismo.
MILGICHA
Su cuerpo es una lira, una guitarra o un orfeón musical,
una combinación de líneas en ese o en llaves de sol,
templada con maestría para todos los tonos.
Su cuerpo es un acorde místico o una canción primaveral.
En su cintura una línea iridiscente y sensual,
ciñe cada vez más hondo y fuerte,
haciendo resaltar la gracia del busto
y dando a relucir la plasticidad de las curvas.
Sus espaldas son dos palomas esculturales
talladas por el sol y buriladas por la luna,
la piel fresca y lustrosa: mitad de ángel, mitad de fiera,
por el medio un surco hechizante ofrece su vértigo abrasador.
Liliales y húmedas sus espaldas son un sentido más,
ellas captan lo que queda tras el paso
y recogen el mensaje de la oración y del deseo
que provoca su implacable apostura.
Vivir sumergido en aquella belleza,
dejarse arrollar por aquella visión
es como quien sintiera la caricia de un perfume
o palpara la fragancia de una flor.
Aquellas piernas son una poesía:
tienen la maravillosa armonía del soneto
la gracia y dulzura de un madrigal
y la alucinante fantasía de
El CAMINO DEL REJO
Señor: hoy he visto en el firmamento el resplandor
de un lucero.
Es la estrella que me ha de señalar el camino?.
El trino de las alondras ya anuncia la aurora.
Es la señal de la partida que me enviás?
Listo está mi equipaje. Listo el del Sultán.
Todos los días lo reviso y aligero
y una dulce sensación de viaje
a diario se renueva en mi fantasía.
Señor: mi equipaje no está aún liviano?
he arrojado de él hasta el peso del recuerdo
y estoy arrojando la memoria de las cosas
y las alas de la evocación y del ensueño.
Yo no debo llevar ni la carga de mi anhelo,
ni el peso de la ilusión o de la esperanza,
menos puedo llevar la cauda de la paz
o el halo de los confines de la nada.
Cómo me alegra el camino de mi aldea
pintado por la arcilla o por la pátina de las
rocas,
magnificado por el canto de los gallos
o por las flores de la pradera.
El camino sube en "L" y voltea en
"U"
zigzaguea en "Z" y serpentea en
"g"
cruza el río en "h" y bordea el abismo en
"i"
El camino tiene todas las letras de la sabiduría.
Los altos y los bajos del camino
son como los altos y bajos del pensamiento:
las curvas y los codos relucientes
como las desnudas rodillas de los hombres.
El camino es una visión y una fascinación
de lomas turgentes de puentes melancólicos,
de quebradas umbrías de picachos deslumbrantes,
de encuentros furtivos y de posadas ensoñadoras.
El camino es más una cuestión filosófica que
geográfica:
es el punto de partida de la ausencia o del olvido;
el comienzo de la evocación y del recuerdo
y también la ruta del pensamiento al infinito.
Ya no estar aquí o allí: estar de viaje
No quedarse jamás o saber que no se va a volver;
irse así por irse o sólo por regresar,
son cuestiones metafísicas del ser.
Dónde comienza o termina dónde el camino?
Camino para adelante: ese es mi norte?
es que en verdad me voy o es que me llevan
O es que sólo estoy perdido en un dédalo sin fin?
No acabar de irse y querer ya regresar.
No acabar de llegar y querer ya viajar;
Estar siempre yéndose o acabando siempre de llegar
es la mística y el arrobo del caminante.
Saber que el camino allí se acaba o que no tiene
fin,
que al término hay alguien que le espera o que no
hay nadie;
es igual: no le quita ni la fascinación ni el
encanto
al contrario encuentra el hechizo de la aventura.
Pasar los linderos ajenos,
dejar atrás los pueblos y los hombres,
cambiar de escenario y de paisaje
es acaso estar en transición y brote?
Divisar horizontes por delante y por detrás.
Círculos concéntricos o excéntricos en vorágine,
diedros, conos, curvas y vértices, senos y cosenos
es más o menos lo que percibe el viajero...?
Por este camino o por el otro cabalga
en jornadas vehementes y anhelantes
la pena o la alegría, la fe o la angustia,
las risa, el llanto o la fatiga del viajero.
En las noches lóbregas el camino se hace mágico
las luces de los carruajes prenden su luminaria,
centellan las pupilas de los jaguares
y las sombras oscuras se salpican de luz.
Porque no convergen los caminos?
porqué siempre se separan?
Caminamos para unirnos
o caminamos para aislarnos?
Hay caminos que bordean quebradas y precipicios
y en la profundidad hay abismos que hipnotizan,
hay otros que orillan por los lagos y los ríos y
en el fondo van ya engarzadas nuestras almas.
Una extraña embriaguez de profundidad y abismo
sobreviene como un vértigo abrasador.
Es la fascinación del entrañamiento
es el garfio invisible que atrapa al viajero?
En las cumbres la nieve esmalta la ruta
y la senda se cubre de un espejismo abrasador.
Es el camino para el tránsito de los ángeles
o es la vía láctea de las almas en su viaje al
infinito?
Recorrer el camino por solo recorrer,
viajar por recibir el adiós de las despedidas,
o el abrazo de las llegadas
o acaso por quedarse sólo en las
posadas?
MILGYCHA
Mi amor al paisaje
Me llevó a Callampampa
Y había de gozar embelesado
De la belleza del panorama
El encuentro resoñado y perseguido.
Habías viajado a Lima
A la casa de un familiar
Por lo que viajé a esa ciudad
A la dirección que me proporcionaron
Donde me informaron
Que habías viajado a pisco
Y trabajabas en la calle de Huascar N° 278
Donde hube de encontrarte
Supliqué al dueño de la casa,
Me permitieron entrevistarte
Y el modo familiar de tu recibimiento,
Aquel espontaneo beso que nuestros labios
Se prodigaron, fue el ceremonial de tu
presentación
Y el punto de partida de nuestro amor
entrañable.
En Pisco te había encantado el mar
Y sus playas amplias y hermosas,
Donde desnuda te bañabas y luego te echabas,
Largas horas en la arena,
Hasta que en el hogar donde vivías se
alarmaron
Y tuvieron que avisarme que fuera a recogerte
Con premura.
El mismo día que recibí la noticia
Le conteste que al siguiente día
Iría por ti y en un automóvil expreso te
recogí.
Me esperabas con inquietud
Y ansiedad yo con una satisfacción exquisita
cuando te vi,
Con placer luego de agradecer
Por tu estadía regresamos,
Llegamos a la Lima a 3 de la tarde,
Y ya en el hogar nuestros brazos se abrazaron
Y nuestros labios se prodigaron besos puros.
Para entonces debían de hacerte cargo de la
ausencia,
Un año de suspirar por ti,
Valieron la fortuna de tenerte en mis brazos.
Milgycha mientras estás en mi poder
Juro mantener tú virginal inocencia,
Tu candor y rubor celestial,
Tu belleza espiritual y compañera
He querido que nuestras ilusiones sean así
Y guardad tu virginidad con el más gentil
respeto.
Para nosotros la alcoba
Sino el lugar de un deleite espiritual
Donde jamás llegará a ruptoriarse
Los capullos de tu castidad
Milgycha te debo a ti
El relato de estas paginas
Porque te veo bajado con sinceridad y
sencillez
Me reprimo en mis fantasías
Y luego me confirmabas
Y los demás datos que aportamos
Con tu colaboración galante.
Además te debo la facultad
De que este folleto lleve tu nombre.
Penitencia y Meditación
Pequé Señor, pequé
con mis cinco sentidos.
Pequé con obstinación,
con soberbia y con orgullo.
Castigame Señor y no me perdones.
Pervertida fue mi mente
por pensamientos obscenos
y mis ojos se hundieron
en mirajes lujuriantes.
Hundí mis manos en el cieno
y mi cuerpo voluptuoso,
apuré todos los placeres
del vicio y de la crápula.
Prostituí mi alma
en todos los lupanares
escarnecí todas las virtudes
y profané todos los sagrarios.
Como un chacal rabioso
sembré el terror,
fui la bestia insaciable
y la fiera indómita.
Todo lo vejé y hollé
Injurié a mis padres
y traicioné a mis hermanos
y renegué hasta de ti.
Maldíganme las hadas
y me escarnezcan
los verdugos de las horcas
y las fieras del averno.
La tentación me cubrió
con su fascinante hechizo,
por eso los silicios ardientes
aplaquen mi sádica ansiedad.
Blasfemé sin reparos
y el odio me embrolló,
por eso no soy digno de tu piedad
ni de tu compasión.
Y aun cuando ni un átomo
ni una gota
quede de mi, tampoco seré digno
de tu perdón.
Flagélame Señor
Que las espinas ciñan mi frente
y que hierros ardientes
atraviesen mis costados.
Ciega mis ojos Señor.
Para no evadir los abismos
y que las brazas quemen mi boca
para no apostatar.
No soy digno de la Cruz.
Es una roca candente
sea yo crucificado
como a un dragón demente.
Luego no descanse el vigo lotero
hasta que el castigo severo
cumpla con llagar
mi cuerpo entero.
Si el mismo demonio
me ha arrojado
como a un vil despojo
no merezco Señor tu desprecio.
Flagélame con furor
hasta triturar las sierpes
y los endriagos lascivos
que tengo en mi cuerpo.
Flagélame Señor
y no te conmueva
verme despedazado
o desfallecido.
Flagélame Señor
hasta que mi sangre no corra
y mi cuerpo no exista.
Flagélame Señor
mi sombra y la memoria
desdichada de este ser
abominable e impuro.
Y cuando te hayas dignado
dejarme morir
las aves rapaces
trituren mis restos.
No permitas Señor
que mi inmundo cadáver
mancille la tierra bendita
que no supe respetar
Y en piras de azufre
ardan mis huesos
y se arroje al averno
sus cenizas malditas.
ÑUSTAS Y ACLLAS
Princesa por estirpe noble
o princesa por galana belleza?
En el amor sois igual
y en hermosura sin par.
Robustas sóis más una magnolia broncínea
que un lirio azul
un junco lozano
que una liana.
Si cobrizas tenéis tintes de óleo
y espolvoraciones de oro viejo;
si rubias una acuarela
de especulares tonos.
V uestra cabellera negra luce reflejos
de diamante,
es una mata de ébano pulido
o son haces de hebras doradas
que seducen tanto como fascinan?
Sóis ensoñación rubeniana
o una fortaleza inexpugnable.
Vuestros galanes son hercúleos
o son titanes
Vuestros encantos son marabillosos
tienen el misterio del mito,
la sabiduria de los dioses
y la ambrosía de las flores.
En el pecho ámplio lucia con donaire
la gracia de los senos exhúberos
para holgar amantes
o amamantar cachorros de jaguares
Para qué vuestros labios carnosos
y su bermellón de moras?
Son para la sonrisa galana
o para el beso apasionado?
Por qué las amapolas de vuestras
mejillas
y el olor de las retamas en vuestros
poros.
Son para desbocar la ilusión
o para embriagar la fantasía?
Qué hay en las cuentas de vuestros
collares
o en el nudo de vuestros kipus?
Es la leyenda de algún idilio
o el recuerdo de algún amor?
Qué hay en las múltiples sortijas
de vuestros dedos?
Son solo la prenda de una promesa
o son la cuenta exacta
de los amores florecidos?
Si Cantarhuacho subyugásteis a Huayna
Cápac,
si Quispishira rendisteis al Marquez
Pizarro,
si Manola deslumbrasteis a Bolivar,
si Margarita desesperaias al mariscal
Castilla......
TERNURAS DE MILCICHA
Para qué tu color de moras
y tu canto de alondra,
tus trenzas negras
y tus sueños de hada?
Eras la dulce cuculí
entre las torcasas blancas,
el alegre jilguero
entre los canarios rubios.
En la escarcha de los campos nevados
y en la maravilla de las nubes
que se arrebujaban a tus pies
se meció tu fantasía
y se reveló en ti
el mensaje de una raza.
Regresaste a los quince años
a tu nido natal,
hablabas en inglés
pero soñabas con Juana de Ibarburú
y con Amado Nervo.
Los jóvenes casaderos te odiaban,
tu vena jocunda y tu belleza salvaje
los alocó.
Los galanes más apuestos
no tuvieron reparos
de satisfacer tus exigencias.
El uno te llevaba vultúridos
y el otro pagras y rima-rimas,
otros máa buenos te llevaban choclos
y otros con que emoción
tenían que pasar ante ti
garbeando ritmos de danzas
delante de una mecedora.
Eras así: la emperadora del capricho
y el blasón codiciado de los don Juanes
del lugar.
Desde pueblos lejanos acudian
expertos enamorados,
a comprar tu fama.
Acicalados de fiesta
cabalgando briosos corceles.
Algunos empalmaban el paso de los potros
y los cascos recién herrados
daban a recitar endechas;
del empedrado brotaban chispas
de los jatos de plata
reflejos relucientes.
Las espuelas ruidosa y afiladas
enclavados en los hijares
hac ian piafar a los rocines
y las riendas cada vez más cortas
les hacían bolear el paso.
Así como estatuas ecuestres
los jinetes transfigurados
desfilaban a tu vista.
Frívola y diabólica,
tus desenvueltas maneras electrizaba
a los pobres galanes.
Eras muy linda
y tenias una corte de juglares
para el solaz de tu ironía
burlona y mordaz.
Incitabas al amor
y lo rehuías con donosura,
exasperabas y desesperabas.
Era tu juego favorito
y acaso también tu pasión.
Llegó tu fama a mis lares
doce leguas tuve que viajar
para conocerte.
Una lluvia tempestuosa en la puna
me caló hasta los huesos.
Así me presente a tus ojos:
en un diedro de nieve
o el eco de una tormenta.
Eras un mito sagrado.
Un día en un campamento minero
habrá de apadrinarse un bautismo,
tu corte de admiradores
se formó para el cortejo.
Te brindé mi corcel,
como el pinto no había mejor
a cien leguas de la comarca;
y a poco de la jornada
tomé la delantera
y el rocín que me advirtió
siguió veloz tras de mi,
parecía desbocarse y tú como una amazona
excitabas al animal,
pasate rauda y cuando el pinto
no obedecía a las riendas
me lance adelante para detenerlo.
Jadeabas y tu salvaje hermosura
crepitaba impaciencias.
Y antes de que tus labios resecos
articularan palabra
los cubrí de besos brutales.
El eco del trote de las cabalgaduras
nos despertó de aquél arrobo
y volvimos a tomar la delantera
para en cada recodo
volvernos a besar.
Más tarde se desbandó tu corte
y hubimos de pasearnos solos.
Me llevaste al Templo Pre-inca
donde una pareja imperial
había jurado amor eterno.
Con las manos puestas en el ara
repetiste la fórmula milenaria
y sobrevino un idilio
que superó al de las fábulas y novelas.
Al término de las vacaciones
cada cual volvía a sus estudios
mientras las cartas
mantenían el fuego de la pasión.
El epistolario troqueló misivas intimas,
se exacerbó en un parnasianismo febril
de formas decantadas.
La angustia y el reclamo
se vistiera de gala
y la misma melancolía
rezumbaba tal belleza
que fascinaba y embelesaba.
Tu ingenio se lució con primor,
escribustes cuartillas de amor
en los tersos pétalos de las trinitarias
para empastarlos como a códices sagrados.
Al cabo de varios años volvimos
encontrarnos
en cita original.
Y los besos y los abrazos acaso mas
sabios
no tuvieron el encanto efusivo de
otrora.
Atosigada de tedios y sofisticada
doctoral
y abstracciones metafóricas
deformaron aquél primitivo idilio.
El perfume de las flores fueron
reemplazadas
con la fragancia de las esencias
y en sus labios no habían ya
los colores de las moras y cerezos,
sino la pintura de cliché.
Tus senos ebúrneos y sonrosados
habían sufrido las torturas del corsé.
Tu cutis limpio que olía a verbenas y
retamas
estaba maquillado,
maquillada también tu alma.
Entonces resolvimos salvar aquél idilio,
colocándolo en el empíreo del recuerdo.
Un altar levantado en el alma
mantiene el fuego
y sus llamas son el calor de la emoción
y su luz es el farol que espera el
retorno.
Diez cristos curvados..
Poema Premiado Por el Centro de Estudios Poeticos de España 2010
Señor
yo que nunca tuve alboradas
tuve nostalgias y melancolías
El destino me negó las alegrías
me dio pesares y tormentos.
No tuve juventud,
mi niñez creció marchita,
escuálida, desencajada.
No tuve ilusiones,
tuve desengaños,
tuve agonías
cuando no tuve nada.
Implore a los cielos....
no vi asomarse el consuelo,
mis ojos desorbitados,
nublados, oscurecían.
En todos los altares
invocaba de rodillas...
mis lágrimas
inundaban las iglesias.
El llanto que al comienzo
fuera mi terror,
llego a ser mi panacea.
Mis ojos, donde no brillaban
mis pupilas,, yertos, desencajados,
eran las cenizas de algún fuego
extinto que el destino blasfema.
En mis labios
jamás se posó la sonrisa,
estuvo a flor de ellos
el acíbar, la amargura..
Y en aquellas manos albas
de mi niñez,
los callos del dolor
tallaron Diez Cristos
curvados en mis dedos.
Llevaba siempre el cuerpo postrado,
el alma de rodillas.
Tatuada de cruces el alma y
el cuerpo
magullado por los silicios.
Para ironía del destino.
cuando a mis puertas se allegaba
la esperanza...
La ilusión de una ventura,
el sismo
me aferro
en mayores aflicciones.
yo que nunca tuve alboradas
tuve nostalgias y melancolías
El destino me negó las alegrías
me dio pesares y tormentos.
No tuve juventud,
mi niñez creció marchita,
escuálida, desencajada.
No tuve ilusiones,
tuve desengaños,
tuve agonías
cuando no tuve nada.
Implore a los cielos....
no vi asomarse el consuelo,
mis ojos desorbitados,
nublados, oscurecían.
En todos los altares
invocaba de rodillas...
mis lágrimas
inundaban las iglesias.
El llanto que al comienzo
fuera mi terror,
llego a ser mi panacea.
Mis ojos, donde no brillaban
mis pupilas,, yertos, desencajados,
eran las cenizas de algún fuego
extinto que el destino blasfema.
En mis labios
jamás se posó la sonrisa,
estuvo a flor de ellos
el acíbar, la amargura..
Y en aquellas manos albas
de mi niñez,
los callos del dolor
tallaron Diez Cristos
curvados en mis dedos.
Llevaba siempre el cuerpo postrado,
el alma de rodillas.
Tatuada de cruces el alma y
el cuerpo
magullado por los silicios.
Para ironía del destino.
cuando a mis puertas se allegaba
la esperanza...
La ilusión de una ventura,
el sismo
me aferro
en mayores aflicciones.
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