En el quechua se encuentran resumidas nuestra Historia y nuestra Geografía, nuestras tradiciones mitológicas, leyendas, versiones fabulosas, los grandes acontecimientos que se realizaban en el Cuzco, las fiestas del "IntiRaimi", "Capac-Raimi", del "Mosoc-Nina", las guerras, los dramas, la música y poesía incaica. Es el lenguaje folklórico del pueblo peruano, reflejado en las costumbres, usos y creencias que se han asentado en las profundas capas sociales de la peruanidad.. Por su extensión geográfica ha dejado un denso estrato vernacular y ha enriquecido con su vocabulario las manifestaciones colectivas, manteniéndose vivas y latentes en el alma popular
sábado, 22 de agosto de 2009
Añoranzas de amor
Anita Eugenia y lilia emperatriz fueron marinas de las más angelicales, salerosas, bellas y seductoras que realzaban la festividad local, Anita era la melodía y el verso, Lilia era el verso y la melodía del amor, esquiva como colibrí, Lilia el colibrí esquivo de la fantasía, terso de rosa de el cutis de Anita el de Lilia de lises blancos y de amapolas; el cutis de Anita reverberaba al sol, en el de Lilia el sol se embellecía......
Aguacero de piedras
El emporio es envidiable y la codicia y ambición tienden su torba asechanza, el descubrimiento de una nueva veta suscita un interés desorbitado para adelantarse a la delegación a formular el denuncio, en este afán reluce el puñal y el revólver riela el vértigo fatal, Shenedollé, Hank Ford y Emé, Gálvez, puente y tejada y muchos más murieron en aquella carrera alocada del "oro" o del "tungsteno".
viernes, 21 de agosto de 2009
Alegorías paganas
Caciques y kuracas
En el camino reseco y calcinado sonaban los cascos como voces crepitantes repercutiéndose en las cumbres y volviendo el eco a resonar !agua! agua !agua! en el galopar acompasado de los corceles parecía escucharse la modulación de !agua! agua! agua! y los jinetes absortos y traspasados jadeaban voces entrecortadas !agua! agua! agua! las miradas desorbitadas en el paroxismo de la ilusión parecían ver caudales de !agua! agua! agua!
Flores en la cumbre
La pastora que apacenta su rebaño puso de trecho en trecho sobre la corola de las flores hilachas de lana o hebras de su cabellera que el cholo advertirá al flamear el viento, otras hileras de chamuchuyes más cómplices y románticas guiñarán al galán y guiarán sus pasos hasta el albergue de alguna cueva donde la moza en una muelle alcoba de paja yacerá la tibia y jugosa confitura de su cuerpo virginal en espera del zagal enamorado.
domingo, 2 de agosto de 2009
Valle de la Magdalena
Valle de la Magdalena
Muy difícil sería, al menos por ahora, pretender fijar la procedencia inmediata de los más antiguos pobladores de este Valle, pero no cabe duda, en cambio, de que, desde épocas remotas relativamente, estuvo ya poblado por Ayllus pescadores con caballitos de totora1 de una rudimentaria civilización.
Se alude tal vez a pobladores yungas en magdalena y Maranga, cuya vestimenta es ligera y de algodón hasta llegar a la semidesnudez2 mencionando también a los indios Chirimías pobladores de este valle,3 como así también se les denominaban indios Trompetas, a los de Surco.
Ante la ausencia de fuentes documentales y auténticas, que explicarán las orígenes prehispánicos y coloniales de la Magdalena, los investigadores regionales, con criterios bastantes simplistas, no vacilaron en falsificar documentos e inventar historias para llenar esos vacíos.
Desde el punto de vista urbano, el pueblo de la Magdalena seria de área reducida. Siguiendo a Cobo, Lima se encontraba dividida en 4 zonas ó reparticiones muy marcadas por los años de 1533: La primera al Norte donde se juntan los valles del Rrímac y del Chillón, llamándose Carabaillo, al frente del Cacique de Collique; los pueblos de Huatca, Chayacala, Tilaco y Cayac al Centro que formaban Mararanga, con sus caciques respectivos;Armatambo al Sur, al pie del Morro Ssplar y el cerro tutelar de Marjka Vilca; Lurigancho al Este, donde vivían los Huanchos del Valle de la parte baja. Confirmando a Garcilazo en gran parte, esta población indígena eran dos naciones que lo habitaban con lenguas distintas. Los naturales deCabrabayllo y de Pachacamak divididas en gobernaciones de 10 mil familias cada una: el pueblo de Carabaillo en la cabeza de la primera, el deMaranga que es el centro del valle, la segunda y surco la tercera.
A partir de la mitad del S. XVI apreciamos la desocupación progresiva de los edificios indígenas por la paulatina desaparición de los sectores de la antigua población, “etapa concordable con las reducciones indígenas de HuatcaMarca, Mmaranga y Huantolle, en el cambio progresivo de la población en el régimen de la propiedad. Se transforma el sector urbano en rural.
El Tabaco, regalo de America
El Tabaco, regalo de America
Rodrigo de Xeres y Luis de Torres, comisionados por Colón partieron de Guanahaní (San Salvador) para explorar tierra firme en 1492, internándose en la selva centroamericana. Pudieron mirar un espectáculo nunca antes contemplado, que los nativos de la isla sorbían fuego y arrojaban humo por la boca y la nariz, sin causarles malestar alguno aparentemente. Los indígenas llamaban a esta planta “Cojiva” o “Cohiva”, y los indios de América Septentrional lo llamaban “Petum”.
En el Perú lo llamaban “Sayri”. En Martinea y “Yetl” al Norte del Brasil. Los aborígenes de las Islas occidentales la llamaban “Yoli” y “Shayli” en varias comunidades del Norte de Ancash.
El nombre de tabaco provendría según unos del instrumento en forma de “Y” que los nativos cubanos utilizaban para embriagarse con las exhalaciones del humo. Este aparato fue conocido por los españoles con el nombre de “tabaco”. Posiblemente su nombre se le deba a la provincia de Tabasco, lugar de la Nueva España y n o al de la isla Tabago de las Antillas como pretenden algunos autores.
Los nativos americanos en su mayor parte fumaban cigarros envueltos en hojas de maíz o de palmera, demás de usarlo en puros, en pipas, masticado y en forma de rapé como notaremos en el cuadro tentativo de secuencias ecológicas.
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El Campesino
El Campesino
El padre, es la autoridad de la familia; más la autoridad de todas las familias del ayllu, es el “auquillo2, es decir el abuelo, y un consejo de los abuelos es la autoridad suprema.
El hijo, no solo dice padre a su progenitor, lo dice también a los hermanos de su padre. Entonces los lazos familiares se hacen más estrechos e íntimos. igual ocurre con la hija respecto de la hermana de su madre. Crece la familia y con lazos de sangre se establecen en un paraje. Es el “marka”, la aldea, la futura población. “marka” es entonces elpoblado que agrupa a una población formada por familias emparentadas. El emparentamiento que en un comienzo es endógeno, se ensancha. Primero es el varón que trae como mujer a la hija de otra “marca2 o parcialidad, luego se extiende esta facultad y un foráneo se instala con una mujer de la “marca”, y mas tarde familias foráneas se acercan ala “marka” y se adhieren alas costumbres.
El ayllu primitivo sustentado en el escenario de la “marka”, es decir connaturalizado con el lugar, con las costumbres y los anhelos del grupo; aquel ayllu con sentido místico y legendario, apegado a sus apachetas y connotas, sin dejar sus bases metafísicas, va extendiéndose o ensanchándose. La “marka” vecino tiene iguales ancestros e iguales aspiraciones. Bulle en este sentimiento comunitario que da al concepto de propiedad de la tierra y de los demás recursos naturales, de los vínculos de sangre y de la familiaridad y de los institutos del “aine” y la minca.
Este concepto de ayllu y esta evolución es común a todas las parcialidades de Ancash. El sentido actual en poco ha variado.
IV CENTENARIO DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA
IV CENTENARIO DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA
Sin duda “Los Cuatros Siglos del Quijote”, fragmento de la brillante conferencia que dio Mario Vargas Llosa al ser distinguido Doctor Honoris Causa por la Universidad “Ricardo Palma” de Perú, me ha llevado a reflexionar sobre Cervantes.
Mucho creería haber conseguido si lograse siquiera dar a mis frases el calor de la emoción que me anima y poner en mis aciertos el sello de la sinceridad conque les entrego a su benevolente crítica.
Por otra parte aún sin olvidar un punto la índole de esta fiesta puramente literaria. Temerario, y en alto grado, considero formular apreciaciones absolutas en el arte; no obstante me atrevo a aseverar que hay un poeta que ha hecho época en los siglos para generaciones, que ha sentido como artista y producido como genio, logrando la sanción suprema de la posteridad imparcial y desapasionada.
Circunscribámonos a la esfera de las ideas y la producción literarias. Siglos tardó la literatura cristiana en desarrollarse y florecer, siglos la reacción clásica, el Renacimiento en dar todos sus frutos. Parecía que una nueva sabia discurría por las venas de los viejos pueblos de Europa y que un soplo de juventud refrescaba sus sienes. Al contemplar el ardor con que una generación entera de jóvenes genios se precipitaba por las nuevas sendas lanzando a la palestra, una tras otra, obras inmortales, y como ganaba el contagio hasta las literaturas más modestas y menos brillantes un escenario del mundo civilizado. Quien no hubiera querido asistir al advenimiento del arte definitivo de toda una época?. Pero miremos más` adelante, no pasan treinta años y ya comienza a reaparecer el gusto por la forma; torna a rebuscarse la frase y a cincelarse la idea en su manifestación verbal; surge una poesia tan pulcra y castigada como la del Renacimiento, aunque más rica en conceptos y afectos; y por los parnasianos anuncia la primera derrota del romanticismo, en la misma Francia.
En Alemania, los humoristas, discípulos de Heine y, los cantores de la poesía filosófica y de la poesía patriótica; en Inglaterra los poetas sicólogos, con Browning a la cabeza; en Francia, los naturalistas, acabaron de hacer perder al público el gusto romántico y aún antes de que estas Escuelas o tendencias logren duradera popularidad y para mayor sorpresa y contraste se presenta el ingles Swuimburne seguidos de los pre-rafaelistas, tremolando un estandarte aún más radical y revolucionario que lo fue del romanticismo.
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Tempestades
Tempestades
En la cordillera es frecuente que estalle una tempestad. Torbellinos de oscuras trombas de nubes ponen su brochazo de óleo oscuro en el lienzo del cielo. Aquellas, cargadas de electricidad se multiplican, se dispersan o se juntan y refunden o truenan como cíclopes y gigantes fantásticos. Otras veces toman las formas de endriagos, de gnomos o monstruos. Arrecia el huracán y chocan las nubes y revientan dando a estallar truenos retumbantes, relámpagos de oro y rayos de brillo diamantino. Cerca o lejos de la tempestad una feria de meteoros añaden su luminaria ofreciendo el espectáculo grandioso de un instante de palingenesia. Y mientras el retumbar de los elementos estremece la tierra un olor a pólvora se esparce en el ambiente. La lluvia que no falta en estas ocasiones se desata en torrentes desbordantes. Pronto llega la calma y por doquier la sinfonía de color del arco Iris, pone su nota de fiesta en el paisaje, mientras que los arroyos y ríos esparcen una canción litúrgica como una melodía celestial, poco después el cielo cobra tonalidades translúcidas de turquesas.. Luego se pierde en la altura entre los arreboles dorados, dejando pinceladas geniales para la pintura e ingentes tesoros para la poesía y la música.
En la composición de estas escenas entra el oro en abundancia, o se funde y corre a raudales o se incendia y flota en llamaradas, se evapora y difumina al horizonte, arrobando los sentidos y la fantasía. Y mientras el oro metálico puede en la ornamentación artística lograr efectos maravillosos, el oro solar tiene la pompa de lo trascendente; el uno abre el mundo de la belleza gótica y renacentista y el otro el del estilo barroco en toda su amplitud optica-impresionista. En el primer caso el oro enriquece la decoración, en el otro cumple el rito representativo del esplendor solar.
Otoño en el “Charles River”
Otoño en el “Charles River”
El back Bay plagado de casas victorianas y Cambridge que albergan las muy famosas Harvard y el MIT y El Charles River recibe todas las fabulas balleneras que inspiraron novelas y películas y reúne en sus aguas los iconos más importantes de la Revolución Americana. La ciudad le ha ido quitando espacio a las aguas del río, pero también se ha adentrado a la otra orilla. Hay allí otro icono de la sociedad.
A pocas cuadras del “Charles” esta Harvard Square, es el punto de actividades y centro estudiantil más dinámico de Norte América. Sus tradicionales barrios muestran sus farolas de gas y sus trabajos forjados en hierro de lujosas mansiones señoriales; y el “Bunker Hill Bridge”, el más ancho del mundo cruza el “Charles” en Boston como distintivo de la ciudad.
Muy pocas ciudades del planeta, pueden ofrecer como la ciudad de Boston una mezcla de encanto colonial hasta la calma de un crucero por el “Charles” y gondoleros pasivos, ganando la fama de la “Atenas de América”, también considerada como la Esparta de Boston, como una de las ciudades deportivas más importantes de la nación.
Cien años de amor
Cien años de amor
Han querido mis honorables amigos y familiares que sea yo el que ofrezca este homenaje y diga el aprecio en que cada uno de nosotros hay guardado para honrar la memoria del ilustre benemérito Doctor Olivera Cortés.
Estamos congregados en este acto, en esta casa, en este templo y en el hogar de la buena amistad, rememorando al maestro, al jurista, al amigo con el calor de nuestros afectos y el fulgor de nuestra admiración.
Este ambiente de cordialidad y aquel magistrado de la sinceridad me excusa de toda diplomacia y protocolo y solo oficia en estos momentos el rito llano de una ceremonia familiar y la formula sencilla de la expresión fraternal.
De alguna manera más sobresaliente habríamos podido celebrar este homenaje si se tratara solamente de tributar un aplauso a los méritos excepcionales del Dr. Olivera Cortés. Pero nunca habríamos logrado de otra manera que en la de ésta ocasion de expresar nuestro afecto al profesional, padre ejemplar, esposo, amigo dilecto y abanderado de la justicia y al hombre de fino tacto social. Por eso, en esta efeméride atentos a las más viejas liturgias cristianas cantemos nuestros salmos y partamos nuestro pan porque ansiamos que Eleodoro Olivera Cortés participe en el más allá, no solamente de nuestro orgullo sino también del aroma de nuestro recuerdo.
Esta fiesta es la ovación a un hombre y a una idea. A un hombre que en medio de la complejidad de la justicia social y cultural supo vivir con la belleza y sencillez de los hombres sabios y prudentes.
Han querido mis honorables amigos y familiares que sea yo el que ofrezca este homenaje y diga el aprecio en que cada uno de nosotros hay guardado para honrar la memoria del ilustre benemérito Doctor Olivera Cortés.
Estamos congregados en este acto, en esta casa, en este templo y en el hogar de la buena amistad, rememorando al maestro, al jurista, al amigo con el calor de nuestros afectos y el fulgor de nuestra admiración.
Este ambiente de cordialidad y aquel magistrado de la sinceridad me excusa de toda diplomacia y protocolo y solo oficia en estos momentos el rito llano de una ceremonia familiar y la formula sencilla de la expresión fraternal.
De alguna manera más sobresaliente habríamos podido celebrar este homenaje si se tratara solamente de tributar un aplauso a los méritos excepcionales del Dr. Olivera Cortés. Pero nunca habríamos logrado de otra manera que en la de ésta ocasion de expresar nuestro afecto al profesional, padre ejemplar, esposo, amigo dilecto y abanderado de la justicia y al hombre de fino tacto social. Por eso, en esta efeméride atentos a las más viejas liturgias cristianas cantemos nuestros salmos y partamos nuestro pan porque ansiamos que Eleodoro Olivera Cortés participe en el más allá, no solamente de nuestro orgullo sino también del aroma de nuestro recuerdo.
Esta fiesta es la ovación a un hombre y a una idea. A un hombre que en medio de la complejidad de la justicia social y cultural supo vivir con la belleza y sencillez de los hombres sabios y prudentes.
Un Beso en los Andes
Un Beso en los Andes
A través de la filosofía había Juan Gregorio conocido al hombre y a la sola fuerza lógica de los principios filogenéticos y teleológicos había pensado en el hombre abstracto, en el tipo de hombre universal y clásico, sincero y franco consigo y con los demás, altruista y magnánimo. El hombre natural de la selva cohibido por la soledad y el hombre civilizado de la urbe deformado, cambiaron su apreciación y concepto de él.
A través de la caracterología y sociología advirtió curiosas modalidades de la naturaleza del hombre y tuvo que hacer frente en el ambiente social en que vivía a tipos seudo excéntricos o inverosímilmente naturales, a seres forzadamente racionales o convencionalmente informales, a pulquérrimos insoportables y a estrafalarios encantadores, a una suerte de tipos deliberadamente exóticos o vulgares, paradójicamente satíricos o humoristas, supremamente ridículos o trágicamente severos o festivos. En este comercio difícil de los hombres tuvo que librar cruentas batallas. La cumbre y el río fueron sus maestros de estrategia y mediante ellos se armó de una personalidad social y aprendió el tesoro de su verdadera personalidad y, emprendió la obligada lucha diaria oponiendo a la necia vulgaridad del medio su estilizada indiferencia mezclada de grandeza y magnanimidad y dando a soportar a aquellos seres mancornados a la vanidad y el orgullo su olvido absoluto y olímpico de ellos. En las contadas treguas de estas luchas Juan Gregorio se dio al amor y gustó como aquellos generales romanos llevar en su carro de victoria los encantos de una mujer, no sólo para orgullo suyo y reposo de su alma, sino, sobre todo, para renovarse en la emoción estética que aquél sentimiento importa y entregarse a la tarea grata de forjar un amor limpio y puro con los elementos más caros del arte y con las ilusiones más tiernas del amor.
A través de la caracterología y sociología advirtió curiosas modalidades de la naturaleza del hombre y tuvo que hacer frente en el ambiente social en que vivía a tipos seudo excéntricos o inverosímilmente naturales, a seres forzadamente racionales o convencionalmente informales, a pulquérrimos insoportables y a estrafalarios encantadores, a una suerte de tipos deliberadamente exóticos o vulgares, paradójicamente satíricos o humoristas, supremamente ridículos o trágicamente severos o festivos. En este comercio difícil de los hombres tuvo que librar cruentas batallas. La cumbre y el río fueron sus maestros de estrategia y mediante ellos se armó de una personalidad social y aprendió el tesoro de su verdadera personalidad y, emprendió la obligada lucha diaria oponiendo a la necia vulgaridad del medio su estilizada indiferencia mezclada de grandeza y magnanimidad y dando a soportar a aquellos seres mancornados a la vanidad y el orgullo su olvido absoluto y olímpico de ellos. En las contadas treguas de estas luchas Juan Gregorio se dio al amor y gustó como aquellos generales romanos llevar en su carro de victoria los encantos de una mujer, no sólo para orgullo suyo y reposo de su alma, sino, sobre todo, para renovarse en la emoción estética que aquél sentimiento importa y entregarse a la tarea grata de forjar un amor limpio y puro con los elementos más caros del arte y con las ilusiones más tiernas del amor.
Rebelión en el Perú
El indio no tenia ningún derecho, pero si todas las obligaciones, su condición se había rebajado mucho más que en la Colonia, era algo así como un semoviente del latifundio. En la venta de la propiedad el indígena era incluido como un elemento anexo. Las clases dirigentes para nada consideraban a la familia indígena como que no fuera para arrancar a sus hijos para el ejército o el obraje o a sus hijas para la servidumbre y la deshonra. En resumen el indígena era un despojo humano, víctima de la altanería y de la vejación del mestizo. Esta extorsión y explotación logró despertar al indígena de su habitual apatía. Entonces la iniquidad, la opresión y el vilipendio lo exasperaron y lo hicieron estallar.
Bajo la iniciativa de un indígena de Marián, Pedro Pablo Atusparia, todos los alcaldes de las estancias de Huaraz presentaron su memorial al Prefecto Sr. Francisco F. Noriega, solicitando la supresión de la servidumbre y la abolición del tributo. Era un pliego completo de sus amarguras y la declaración de sus derechos y reivindicaciones. El sistema oligárquico representado por la persona del Sr. Prefecto no pudo menos que condenar la osadía indígena. El delito de reclamo fue condenado al látigo. Un sargento de la policía, el "Zambo Vergara", flageló a Atusparia. El estoicismo del indígena exacerbó al sicario hasta el ensañamiento. Los demás alcaldes que se presentaron ante el prefecto demandando la libertad de Atusparia no pudieron conseguir sino que la vejaran. Pues se ordenó que se les cortara las trenzas, símbolo de su autoridad y nobleza.
Libre Atusparia unió su indignación al de sus compañeros y mientras el Prefecto se ausentaba a Aija, se dedicó a organizar la revolución. Pronto los cerros se cubrieron de enfervorizadas masas indígenas. Reunidos en Marian, designaron a Pedro Pablo Atusparia como delegado. La aversión al abuso y la humillación del último resago de su dignidad empujó a los indios a correr el albur de una aventura, tentada ya en la Colonia con la insurrección contra el Visitador General de la Real Hacienda, don José Antonio de Areche, cuando era Corregidor de Huarás el Márquez de la Casa Hermosa.
Bajo la iniciativa de un indígena de Marián, Pedro Pablo Atusparia, todos los alcaldes de las estancias de Huaraz presentaron su memorial al Prefecto Sr. Francisco F. Noriega, solicitando la supresión de la servidumbre y la abolición del tributo. Era un pliego completo de sus amarguras y la declaración de sus derechos y reivindicaciones. El sistema oligárquico representado por la persona del Sr. Prefecto no pudo menos que condenar la osadía indígena. El delito de reclamo fue condenado al látigo. Un sargento de la policía, el "Zambo Vergara", flageló a Atusparia. El estoicismo del indígena exacerbó al sicario hasta el ensañamiento. Los demás alcaldes que se presentaron ante el prefecto demandando la libertad de Atusparia no pudieron conseguir sino que la vejaran. Pues se ordenó que se les cortara las trenzas, símbolo de su autoridad y nobleza.
Libre Atusparia unió su indignación al de sus compañeros y mientras el Prefecto se ausentaba a Aija, se dedicó a organizar la revolución. Pronto los cerros se cubrieron de enfervorizadas masas indígenas. Reunidos en Marian, designaron a Pedro Pablo Atusparia como delegado. La aversión al abuso y la humillación del último resago de su dignidad empujó a los indios a correr el albur de una aventura, tentada ya en la Colonia con la insurrección contra el Visitador General de la Real Hacienda, don José Antonio de Areche, cuando era Corregidor de Huarás el Márquez de la Casa Hermosa.
El Diamante Azul de La Bohemia
El Diamante Azul de La Bohemia
Fue el más refinado bohemio de las tertulias yungainas de su tiempo. La madre fue muy rica y muy bella. Muerta en pleno esplendor quedó el hijo muy tierno y desamparado. Un familiar se ingenió la manera de hacerse heredero de aquella y Goyo hubo de crecer en medio de privaciones. Se vio obligado a emigrar.
El rigor de la vida del pobre hizo de él un hombre fuerte. Para ganarse el sustento pasó por muchas ocupaciones hasta llegar a ser barbero. Con la experiencia y la sabiduría de este oficio quiso probar fortuna. Tiempo después se presentó a la casa del familiar que detentaba sus bienes y le advirtió que había ido resuelto a recuperar el patrimonio materno y que desde ese instante habíase que tenerle como dueño. Y ante la consternación del familiar ordenó a los colonos que le siguieran. Así llegó Juan Gregorio a Huashcao. Ocho días festejaron aquél acontecimiento.
Goyo llegó a ser el ídolo de la hacienda. Fueron los campesinos que compusieron el nombre del amo. Para adelante dejó de llamarse Juan Gregorio para responder al de Goyo. Las fiestas del fundo recuperaron su celebridad. Todo fue remozado y hasta el rendimiento de las tierras lograron sus mejores alzas.
La sencillez del campo, la vida sin complicaciones, la inmensidad de los nevados, la magnificencia de los basamentos del Huascarán que se asentaba en sus dominios maravillaron a Juan Gregorio. Aquí se entregó a la ensoñación y a la música sin más compañía que Lilia su inseparable guitarra..
Fue el más refinado bohemio de las tertulias yungainas de su tiempo. La madre fue muy rica y muy bella. Muerta en pleno esplendor quedó el hijo muy tierno y desamparado. Un familiar se ingenió la manera de hacerse heredero de aquella y Goyo hubo de crecer en medio de privaciones. Se vio obligado a emigrar.
El rigor de la vida del pobre hizo de él un hombre fuerte. Para ganarse el sustento pasó por muchas ocupaciones hasta llegar a ser barbero. Con la experiencia y la sabiduría de este oficio quiso probar fortuna. Tiempo después se presentó a la casa del familiar que detentaba sus bienes y le advirtió que había ido resuelto a recuperar el patrimonio materno y que desde ese instante habíase que tenerle como dueño. Y ante la consternación del familiar ordenó a los colonos que le siguieran. Así llegó Juan Gregorio a Huashcao. Ocho días festejaron aquél acontecimiento.
Goyo llegó a ser el ídolo de la hacienda. Fueron los campesinos que compusieron el nombre del amo. Para adelante dejó de llamarse Juan Gregorio para responder al de Goyo. Las fiestas del fundo recuperaron su celebridad. Todo fue remozado y hasta el rendimiento de las tierras lograron sus mejores alzas.
La sencillez del campo, la vida sin complicaciones, la inmensidad de los nevados, la magnificencia de los basamentos del Huascarán que se asentaba en sus dominios maravillaron a Juan Gregorio. Aquí se entregó a la ensoñación y a la música sin más compañía que Lilia su inseparable guitarra..
Estampas del Ande Ancashino: Los Pashash
El Imperio pre-inca de la Cultura Callejón tenía entre sus reinos federados los Señoríos de Apallasca y Otorongo. El Inca Pashash, era el sol resplandeciente, soberano de aquellos territorios. Erigió el portentoso Castillo cuya Segunda planta fuera revestida con las láminas de oro de sus dominios.
Los escultores y orfebres más famosos tallaron en piedra simbolismos alucinantes y labraron en oro decoraciones sutiles y maravillosas. Los ejércitos primero de Pachacutec, después de Huayna Capac allanaron el Castillo y los españoles en la conquista, barrieron hasta el polvo. Posteriormente los extirpadores de idolatrías con la instalación de los jesuitas en Llapo derribaron las esculturas de aquel olimpo mitológico y perseguidos fueron sus sacerdotes y vestales.
El Virrey Toledo recibió la real Cédula de su Majestad el Rey de España que permitía a los sacerdotes del Inca Pashash habitar su Castillo bajo la advocación del Patrón Santiago el Mayor. Renovó aquella Cédula en los aborígenes la esperanza en un destino mejor y los ayllus reunieron presto a los Incas y Pashash desterrado.
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Estampas del Ande Ancashino: Los Pashash
La Cita
Se acercaba un Domingo carnaval del año de 1961. La ciudad estaba de fiesta. Barruntaban las campanas de la Iglesia de San Francisco de Asís y sus tañidos nos acercaban a la misa del mediodía. La gente marchita por el sermón del venerable cura Fernández, se introducía en silencio dentro de nuestros pensamientos, preguntándonos quien era dueño del crimen de aquella mujer encontrada en el río Quillcay la madrugada de aquél sábado. El sermón despertó mi curiosidad de joven estudiante de jurisprudencia al saber que el pueblo estaba de luto por Haydeé. Su tez aterciopelada por el frío de altura, sus flancos desnudos yacían dormidos en el recuerdo de aquellos días.
Los chismes se hacían más lujuriosos, cada vez más irónicos, crujían como bisagras oxidadas por el viento y la zozobra se hacia presente en cada una de las personas que conocíamos a la occisa.
Quién se podría imaginar el escándalo que suscitó esta muerte? Al enterarse, primero por las investigaciones preliminares y después por los compromisos testimoniales llevados a juicio, de que toda la élite de aquella urbe estaría comprometida hasta la locura, por su participación en una u otra forma. ¡Se derrumbó la alta sociedad.!
Un clima de pánico se apoderó de “La Bella Ciudad de Huaraz”, llamada por un evangelizador de la colonia: “Huaraz Presunción”.
Los chismes se hacían más lujuriosos, cada vez más irónicos, crujían como bisagras oxidadas por el viento y la zozobra se hacia presente en cada una de las personas que conocíamos a la occisa.
Quién se podría imaginar el escándalo que suscitó esta muerte? Al enterarse, primero por las investigaciones preliminares y después por los compromisos testimoniales llevados a juicio, de que toda la élite de aquella urbe estaría comprometida hasta la locura, por su participación en una u otra forma. ¡Se derrumbó la alta sociedad.!
Un clima de pánico se apoderó de “La Bella Ciudad de Huaraz”, llamada por un evangelizador de la colonia: “Huaraz Presunción”.
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